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ENTREVISTA A MATÍAS RUBIO

La exótica aventura de Matías Rubio en Kazajistán

El jugador nacional debió convivir con futbolistas de distintas nacionalidades en el país europeo y para recibir instrucciones del DT, debía pasar previamente por más compañeros que hacían de traductores.

El exótico paso por Kazajistán.

Matías Rubio, recientemente contratado por Colchagua CD fue parte, hace unos años, del exótico y poco conocido fútbol de la máxima categoría de Kazajistán donde cosechó una serie de anécdotas en el club FC Akzhayik que a continuación te invitamos a revisar.

La llegada al club: "Tuve la suerte en ese año que estuve de que habían tres chilenos mas (en Kazajistán). Estábamos todos separados, estaba Nico Canales, Ignacio Herrera y Gerson Acevedo. Con Acevedo me juntaba mucho porque somos muy amigos de pequeños".

Un aburrido pasar: "Mi equipo estaba en una ciudad chica, con decirte que no tenía ni un mall, no había mucho que hacer".

El enredo de los idiomas: "De extranjeros había un paraguayo con quien hablaba en español, habían dos nigerianos con los que me hice muy amigos y con ellos hablábamos inglés y habían cinco serbios que también hablaban inglés, además de ruso, entonces nosotros íbamos para todos lados con ellos porque nos ayudaban para pedir comida, para comprar pizza, eran nuestros traductores directos. Lo mismo pasaba en los entrenamientos, si el técnico nos tenía que decir algo, el DT les decía en ruso a los serbios, el serbio me decía a mí en inglés y yo le tenía que traducir al paraguayo en español. Nos salvaban los serbios que hablaban ruso e inglés, entonces ahí podíamos entender todos".

Una serie de anécdotas: "Éramos las figuras. Al estadio iba harta gente, no era un gran estadio, pero se llenaba y gritaban nuestros nombres. Los extranjeros éramos los que mejor andábamos en ese equipo. Lo gracioso es que de repente el técnico te decía algo y el otro te traducía otra cosa, aunque por suerte las indicaciones del partido las daban en una pizarra".

Ahorrarse las malas palabras: "En el partido, lo bueno de no entender, es que quizás uno hacía otra cosa y el técnico nos puteaba y nosotros ni entendíamos, así que eso era lo positivo".

La poca y nula comunicación: "En el equipo los kazajos eran un grupo y los extranjeros éramos otro. Nosotros íbamos para todos lados juntos. Íbamos a recorrer, a caminar, comíamos juntos. Lo pasamos bien, lo disfrutamos, nos ayudaron harto, nos apoyamos harto dentro y fuera de la cancha, pero con los kazajos no se podía hablar mucho, porque muy pocos de ellos hablaban inglés, entonces no había nada de comunicación. Un aprendía a decir 'Hola, ¿cómo estás?', responder bien en ruso y era la única comunicación que teníamos con ellos".