Arcos
Un nuevo estilo de baile
No es muy usual que los clásicos se definan en goleadas. En general son resultados ajustados porque son partidos parejos, donde el lugar en la tabla de posiciones (como reza el lugar común) es relativo. Pero este domingo la diferencia entre la Universidad Católica y la Universidad de Chile fue extrema en todos los parámetros. Paliza en el marcador y en el juego.
La UC de Quinteros aprende de sus errores. Perdió feo contra Libertad en Asunción por la Copa Libertadores y ajustó las piezas. Fuentes entró a equilibrar en el medio, Pinares le ganó la pulseada a Buonanotte y el equipo creció. Volvió a perder contra los paraguayos en San Carlos, pero la derrota no fue tan amplia como en el primer duelo. Fue demasiado castigo para un equipo que había sido muy superior en el primer tiempo. Quinteros volvió a tomar decisiones, modificó la formación, ajustó el bloque defensivo y enfrentó a la U con una cara distinta. Y barrió. Porque el cuadro cruzado fue muy superior desde el primer minuto.
Si bien el primer tiempo terminó igualado sin goles, los de la franja fueron muy superiores. La U exhibió un cambio de esquema defensivo. Intentó con una línea de tres zagueros y se vio superada en todas las facetas. Así y todo tuvo una ocasión clara de gol y Matías Campos López quedó mano a mano con Dituro, pero definió al cuerpo.
Alfredo Arias detectó la superación y movió el tablero, pero fue peor. El segundo tiempo fue una pesadilla para los azules desde los treinta segundos cuando Fuenzalida anotó el primero. Aued hizo un partido redondo, Fuenzalida y Puch abrieron la cancha y anotaron goles, Riascos es una variante que crece en el juego. El 4-0, todos en la segunda parte, fue la muestra del equipo que mejor juega en Chile. Veremos si le alcanza para ser campeón, pues falta mucho torneo, pero la sentencia hoy parece no tener contrapeso.
La U no ha ganado con Alfredo Arias, pero había mostrado señales de mejoría futbolística. Contra La Calera y Antofagasta debió tener mejor suerte. Pero eso se extravió en San Carlos. Fue superado en todas las facetas del juego, intentó un partido de duelos individuales, línea de tres, después volvió a la zona de cuatro y en todos los diseños se vio frágil. Ausencia casi total de elaboración de juego, un equipo que se diluye a medida que avanza en los metros de la cancha.
Si se escribiera un manual para hacer las cosas mal en una temporada, la Universidad de Chile podría dar cátedra. Armar un plantel descompensado, negociar a espaldas del entrenador vigente cuando iban apenas cinco partidos, dejar escapar jugadores con jerarquía, perder la brújula directiva, llenarse de gerentes y alejarse de las decisiones futbolísticas, perder la identidad, el peor pecado para un equipo grande.
La UC ganó los dos clásicos que ha jugado en este torneo. Es puntero. Depende de sí mismo en Copa Libertadores. Muestra un juego propio, posee variantes, juega con muchos futbolistas de casa. No es poco para estar recién en la mitad de abril.