Arcos
Lecciones de una tragedia
Los ingleses decidieron tomar la catástrofe de Hillsborough para sacar conclusiones reales, perdurables y no titulares de portada.
El 15 de abril de 1989 todas las pesadillas se hicieron realidad en el fútbol inglés. Los actos de violencia en sus gradas llevaban más de una década, pero esa tarde la tragedia se escribió con mayúsculas.
96 hinchas del Liverpool fallecieron en la cancha de Hillsborough en las semifinales de la Copa de Inglaterra cuando se enfrentaban los Reds contra el Nottingham Forest. Murieron aplastados contra una reja que nadie abrió.
La primera reacción de los medios y las autoridades fue culpar a los hinchas. Pero los ingleses decidieron tomar esta catástrofe y sacar conclusiones reales, perdurables y no titulares de portada. Para eso conformaron una comisión multidisciplinaria que trabajó sostenidamente, pero sin prisa.
Se comprobó que, como siempre, las razones de la tragedia fueron variadas, como las fallas estructurales en el estadio que albergó el partido y la excesiva represión de la policía antes de que se iniciara cualquier tipo de incidente. El informe señalaba que los recintos mantenían una concepción arcaica, con zonas de evacuación poco claras y escaso servicio a los hinchas.
La primera reacción de la policía inglesa era reprimir. Los hinchas debían demostrar su inocencia, al revés de lo que indica el derecho. Eso generaba una cadena de violencia interminable.
El mismo estudio establece como un error considerar a los hooligans casi como prisioneros de guerra, separarlos, aislarlos, trasladarlos a todos juntos y sacarlos de la misma forma del estadio.
Se modificó la Ley Seca. Antes de la tragedia, no se podía vender alcohol en los estadios, pero sí alrededor. Se modificó la prohibición por la regulación en el consumo dentro de un recinto.
Se realizó una profunda crítica a los medios de comunicación, en su carácter sensacionalista y en su falta de precisión, pues ante cada incidente su respuesta inmediata era culpar a los "violentos de siempre".
Se realizaron recomendaciones pensando en el largo plazo: mejorar la evacuación de los estadios, butacas para todos los asistentes, no más hinchas de pie, preparación de policías especializados, no vender entradas en el estadio el mismo día del partido, eliminar las rejas al borde del terreno, subir el precio de las entradas. Esto convirtió al fútbol inglés en un espectáculo reservado para clases más pudientes. Como respuesta, para acercar a los hinchas, se fomentó el sistema de abonos anuales.
Inglaterra y Chile son incomparables, por lo que adoptar las mismas medidas sería como aplicar íntegramente un plan antidroga que tuvo éxito en Islandia en nuestro país. Pero el ejemplo estructural es lo que modifica las conductas.
Se tomaron su tiempo, despejaron los prejuicios, elaboraron planes, tomaron medidas y las mantuvieron en el tiempo. No esperemos un Hillsborough criollo para hacer algo, en perspectiva, a largo plazo, sin sesgos ni estigmas de antemano.