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Hernández

No tiene techo

Actualizado a
No tiene techo
Alexander HassensteinGetty Images for BMW

Quienes circunstancialmente conocimos a Cristian Garin en su etapa más temprana como junior siempre reparamos en su capacidad combativa. Tiene muy buena cabeza, coincidían usando la jerga de este deporte los entrenadores del circuito nacional de menores que lo padecían porque junto a Bastián Malla dominaba el ranking y los campeonatos locales. Esa condición, le permitió destacar a nivel sudamericano y, especialmente, en el Circuito de la Federación Internacional de Tenis (ITF) que coronó en la primavera europea de 2013 ganando el título junior de Roland Garros sobre Alexander Zverev.

En Paris, Garín emuló a Fernando González, pero con un año menos. Se convirtió en el juvenil chileno más joven en ganar un torneo de esta categoría, por sobre Marcelo Ríos que 20 años antes se adjudicó el US Open a tres meses de cumplir la mayoría de edad. Todo, gracias a su talento, fuerza y combatividad. Seguía siendo un notable competidor. El mismo que esta temporada lo tiene convertido en uno de los mejores tenistas del mundo jugando bajo presión, con un altísimo porcentaje de puntos de quiebres levantados y tie breaks a favor.

¿Qué paso entremedio? Historia conocida y, por otro lado, lamentable. Conocida porque debió tomar el testimonio del recambio y definir series de Copa Davis siendo un joven en plena transición al profesionalismo. Y lamentable porque como los resultados fueron desfavorables recibió una avalancha de críticas injustas, sin el más mínimo contexto, que lo afectaron, hicieron dudar y terminaron gatillando su ida del país. Afortunadamente, su gen competitivo, uno de sus mayores atributos como junior, siempre estuvo latente y desde el año pasado viene aflorando, cada vez con mayor fuerza.

Si en los challengers de 2018 Gago dio señales importantes de su evolución, esta temporada ha sido concluyente. Lo normal cuando un jugador accede al top 100 y comienza a intervenir en torneos superiores es que pierda más que gane. Resulta que en apenas cuatro meses, el número uno de Chile registra tres finales y 16 partidos a favor y solo 6 en contra. Un campañón, acompañado en las últimas dos semanas de un tenis superlativo.

Si bien tiene margen para mejorar su saque, el excampeón junior de Roland Garros está sirviendo en su mejor versión y con índices superiores al 70%. Su derecha, de paso, está siendo un arma letal y aunque a ratos cometa ciertos errores no forzado tampoco hay que confundirse: fallar es natural para un jugador que toma riesgos permanentes. El viernes, en cuartos de final, Alexander Zvererv parecía un español corriendo, raspando y bajando la velocidad de los tiros y Garín un cañonero consumado.

Capítulo aparte es la confianza con que le está pegando al revés. Cruzado o paralelo, Generalmente plano y en ocasiones bombeado. Cuando la situación lo amerita, cortado, con slice. Impresionante. Esta semana y como alguna vez dijo el Chino Ríos, no la puede echar afuera, aunque quiera. Esa firmeza en los rallies exasperó tanto a Zverev como a Cecchinato. No había cómo ganarle un peloteo por el lado del backhand.

Garín está en la zona y llega a la definición del título con la moral a tope. Ahora, independiente del resultado de este domingo sus credenciales están más que a la vista. Con un poco de suerte podría incluso ser cabeza de serie en Roland Garros. A disfrutar de este dulce momento. Un destape que era cuestión de tiempo, de madurez, porque el Tanque siempre, sí siempre fue un gran competidor.