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El pasto no sólo es para las vacas

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(Christian Garín y Nicolás Jarry tuvieron nuevamente una gran jornada en Holanda en el inicio de la temporada europea de pasto. No extraña. Ambos lucen excelentes condiciones para jugar en hierba y no le hacen el quite. Buen apronte para las siguientes semanas donde la exigencia será aún mayor)

La célebre frase el pasto es para las vacas atribuida erróneamente a Marcelo Ríos tuvo originalmente dos autores: el argentino Guillermo Vilas y, en Chile, Belus Prajoux. Coincidentemente en los tres casos su desprecio por las canchas de césped era evidente. Vilas en sus once participaciones en Wimbledon nunca pasó de los cuartos de final y fue eliminado cinco veces en primera ronda. El Chino jugó apenas en tres ocasiones y solo en 1997 avanzó en el cuadro.

Christian Garin y Nicolás Jarry no le hacen el quite a las cancha de hierba ni les molesta jugar en una superficie en la que en Chile no hay ni siquiera una sola pista. De hecho en Sudamérica cuesta hallarlas y por las características del clima nunca están disponibles en la fecha que requieren los jugadores profesionales para preparar la temporada de pasto en Europa. Por lo mismo, ambos tras su paso por Roland Garros enfilaron directo a Holanda para jugar en singles y dobles el ATP 250 de Hertogenbosch.

Quienes conocen a Garín desde su época de junior saben que siempre le agradó jugar en césped y que su tenis se adapta muy bien a esa superficie. A diferencia de la gran mayoría de los sudamericanos, a Gago le prende jugar la gira de hierba y no lo considera una parada obligada como sus colegas de la región. Jarry, lo mismo, y más con sus recuerdos de niño acompañando a su abuelo Jaime Fillol a Wimbledon y, por cierto, por sus características de juego que lo convierten en un rival peligroso para cualquiera.

La actuación en Holanda de los dos mejores tenistas chilenos del momento no extraña. Les gusta jugar en pasto. Atraviesan por un buen momento. Y se lo tomaron en serio desde el primer minuto. Haberse anotado en dobles, no solo es una preparación para jugar en la Catedral ni eventualmente para la Copa Davis de noviembre, es una constatación de profesionalismo, de buscar la más rápida adaptación posible a una superficie compleja y cuya temporada es de corta duración.

El triunfo de Garín ante Haase no fue menor. Independiente de que el ranking favorezca al chileno, vencer al crédito local será siempre un mérito adicional. Además, el número uno de Chile volvió a ganar a lo Garín, prevaleciendo en los momentos críticos, tomando buenas decisiones bajo presión, levantando un quiebre en el segundo set. Autoridad pura.

Lo de Jarry, a su turno, es una nueva constatación de que la irregularidad del primer trimestre quedó atrás. A la Torre no le tiembla la mano para pararse mano a frente a los mejores del mundo y defender su opción de salir victorioso. El notable triunfo frente al griego Tsitsipas, como en su momento frente a Zverev o Cilic, demuestra que es un oponente de cuidado para quien se le ponga por delante y que regresar al top 40 –y probablemente meterse mucho más arriba– es cuestión de tiempo.

Veremos cómo sigue la historia. Pero el tenis chileno en el circuito ATP –y a no olvidar a Alejandro Tabilo que da pasos agigantados en los challengers– goza de muy buena salud.