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Copa América

La historia del primer gran ídolo de la selección chilena

Antes de Bravo, el Cóndor y Livingstone, otro arquero fue estrella: Manuel Guerrero. Brilló en el primer Sudamericano, le apodaron el 'Maestro' y murió asesinado.

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La historia del primer gran ídolo de la selección chilena

Manuel Guerrero era tan bueno, que el día de su debut en el arco de la selección chilena el 3 de julio de 1916 en el Sudamericano de Argentina, Chile cayó por 4-0 ante Uruguay y él se fue ovacionado de la cancha de Gimnasia de Buenos Aires.

No fue una escena común. En tiempos donde los equipos nacionales jugaban horrible, pasaban desapercibidos, y estaban acostumbrados a caer frente a los grandes del atlántico, Guerrero fue el primero en sobresalir.

"Atacado Guerrero, se defendió en forma tan admirable que se oyó un ¡Viva Chile!", escribió El Mercurio al otro día del duelo inaugural sobre ese arquero que además de atajar entendía el espectáculo. Luego de enfrentar días después a Argentina y Brasil, los periodistas locales ya le tenían un apodo: el Maestro.

El Maestro

Guerrero, el Maestro, nació en 1896 en Viña del Mar y su primer club fue América. Luego pasó al histórico La Cruz, uno de los más importantes de Valparaíso junto a Wanderers, y donde coincidió con otro futbolista inolvidable de esos tiempos: Ulises Poirier, con quien luego llegaría la selección chilena.

A partir de ese campeonato de 1916, Guerrero defendió en 16 oportunidades el arco de Chile hasta el 26 de septiembre del 1920. Sólo cuatro años, pero tiempo suficiente para convertirse en ídolo e irse en andas de la cancha en su último encuentro disputado en el Sporting Club. Suficiente para recibir alguna vez un arco como homenaje a su trayectoria.

Luego de eso siguió jugando en La Cruz. Peñarol lo trató de convencer en esos años con 200 pesos en oro, pero Guerrero no cambiaba su vida en el puerto. Cuando aceptó la invitación de Colo Colo para participar en una gira a Europa en 1927, lo primero que hizo después fue volver a la Quinta Región.

El final

El problema de las historias de éxito, es que la única certeza es que el éxito se acaba. Guerrero se cansó rápido. Tal vez demasiado. Una carrera prematura contribuyó a que se retirara del fútbol con sólo 30 años, aún en plenitud, pero sin ganas de más. La experiencia, aliada de los porteros, no fue suficiente para mantenerlo enfocado.

Alejado del fútbol se emparejó con Elia María Mura con quien tuvo tres hijos: Manuel, María y Leopoldo, y se casó con Aida Aliaga: Manuel y Laura nacieron de ese matrimonio. Deambuló por Valparaíso, Los Andes, y ofició de árbitro, arquero ocasional, y especialmente de mecánico en Molina y Curicó, donde intentó rearmar su vida.

Dicen que los hombres que triunfan temprano están condenados al aburrimiento. La mañana del 18 de julio de 1947, Guerrero salió de su casa a cobrar una deuda con un comerciante de local. La respuesta fue un disparo a quemarropa que le quitó la vida horas más tarde en el hospital de Curicó. Tenía 50 años.