Son las últimas horas de Marco Oneto como jugador de balonmano. El 2018 cerró su ciclo a nivel de clubes, y en los Juegos Panamericanos 2019 se retirará de la Selección. Y lo vive con nostalgia. Mientras conversa con AS en una sala de la Villa Deportiva Nacional de Perú, su rostro refleja emoción y orgullo. Pero también cansancio . El máximo exponente chileno de ese deporte deja atrás 20 años de una carrera llena de sacrificios. Tal como lo relata.
- Es su último campeonato con la Selección… - Mi intención era haber jugado el Mundial, y no lo pude terminar por los problemas de salud que tuvo mi mujer con su embarazo. Después no pude ir al repechaje en Chile por los problemas de salud que tuvo mi hija. No he podido prepararme como corresponde para esto, por lo mismo. He dado todo dentro de las posibilidades que tuve para poder llegar, y creo que ya va siendo hora de dejar esto.
- ¿Si Chile clasifica a Tokio 2020, se retira igual? - Desde el año pasado, desde que me retiré del profesionalismo por la enfermedad de mi papá, siempre fue torneo a torneo. Y mi meta era esta. No tengo más objetivos que este torneo. No tengo otra cosa en la mente. Si clasificamos, sería en un año más… ya estoy viejo. Me llevan hablando del retiro desde los 30 años. Ya tengo 37, imagínate. Mi amor por la Selección será eterno, pero también hay que dar el paso. Me encantaría retirarme en casa. Una de las cosas más fuertes fue no poder viajar al repechaje que se hizo en Chile. Anímicamente fue un golpe muy duro, entonces lo que tengo es estos Juegos Panamericanos. No me queda más.
- Varios dicen que es el último sueño de una generación. ¿Lo ve así también? - Mira, esta generación partió el 2003, en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo. El grupo comenzó ahí. Esa vez salimos quintos, y Argentina o Brasil nos ganaban de 20 o 25. Nos hemos sacado mierda y media por esto. Ha habido una cantidad de sacrificios personales, económicos y físicos que no te puedes imaginar. ¿Por ejemplo? Si no hubiera estado con la Selección tanto tiempo, no tendría tantas lesiones. Durante cinco años no tuve un día continuo libre, porque los calendarios eran diferentes. Los tiempos de campeonatos en América eran los tiempos de descanso en Europa. Cuando mi último mi partido era el 26 de diciembre, llegaba acá directo a jugar. Y volvía a seguir jugando allá. No hubo forma de decir que no.
- ¿Los clubes no le pedían descansar? - Sí, durante el Mundial de Qatar, el presidente de mi club alemán me llamó para pedirme que no jugara por la Selección. Yo le decía que no podía dejar al equipo solo. Y en el penúltimo partido, me rompí el gemelo. En los Odesur 2014 tampoco me querían dejar ir porque era en abril. Renuncié a mi sueldo para poder ir, porque era la única oportunidad que había tenido de jugar en Chile. Yo me fui el 2000, con 17 años. Tenía gente de mi familia, incluso mi hermano, que nunca me habían visto jugar un partido importante. Entonces la Selección no es solo ponernos la camiseta, esto ha sido forjado por nosotros. No hay directivos e instituciones, hemos sido el grupo de jugadores. Se puede enojar quien se enoje, se puede sentir quien se sienta. Por supuesto que hay gente muy buena que ha colaborado, pero, siendo sincero, por esto hemos dado la cara nosotros.
- ¿Qué balance hace de su larga carrera? - Si me lo preguntas en el ámbito deportivo, no me voy a quejar. Salí de un lugar donde bajaba de un cerro para subir a otro cerro, entrenábamos en una aldea SOS, y teníamos que barrer la cancha para poder entrenar. Desde llegar en el 2000 a un lugar donde robaba comida y robaba para vestirme porque no tenía plata, pasé a ser campeón de la Champions. No me puedo quejar, pero me costó la vida. Me costó estar 18 años lejos de mi familia. Me costó no conocer a mi familia. Me fui cuando mi hermana pequeña tenía 13 años, y ahora tiene 30 años. Durante 11 años no bajé en navidad. El precio fue alto. Ya me hubiera gustado que alguien me hubiera echado una mano para que todo fuera más fácil. Por otro lado, mi familia es por esta vida. Mi mujer es alemana, y si no hubiera jugado allá, no la hubiera conocido.
- ¿Volvería irse a Europa tan joven? - Si sumo y resto, todo fue positivo. Pero costó muchísimo. Sabiendo lo que costo, si volviera a los 17 años, sinceramente no sé si lo podría hacer otra vez. En ese momento no lo sabía lo que era esto.
- ¿Tiene claro a qué se dedicará ahora? - Hace cuatro años tengo mi fundación, y hace tres años tengo mi empresa. Estamos intentando posicionarnos. La idea es seguir relacionado al balonmano. Ahora voy a estar a cargo de Promesas Chile en Valparaíso, y continuaré trabajando por el desarrollo del deporte. Son varias áreas que estamos tocando, y mi idea es ir definiendo con el tiempo para ver en qué puede funcionar mejor. La fundación nació de cero. Yo no terminé ninguna de las tres carreras que empecé en España, imagínate. Todo ha sido aprender, desde qué es el IVA en Chile. Ha sido a pulso, y la idea es poder continuar con proyectos vinculados al deporte desde fuera. No tan metido con la federación, sino más bien individualizado.
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