Hernández
Bielsa 22 años después
Si algo hace entretenido y, en muchos aspectos, impredecible al gusto por el fútbol es la diversidad de opiniones, la multiplicidad de miradas que existen en torno a un deporte al que los aficionados se conectan básicamente desde lo vivencial y donde las emociones marcan todo. Las estadísticas, los datos duros, viajan en un carril paralelo y juegan un rol determinante en la toma de decisiones en la industria, pero -por fortuna- no condicionan todas las conclusiones, ni menos la percepción futbolera del hincha. Y qué bueno que así sea, porque, de lo contrario, en el caso de Marcelo Bielsa hablaríamos simplemente, y cómo muchos lo quieren hacer ver, de un técnico que no puede ser campeón.
Con respeto de quienes se inscriben en esa vereda y que abundan al otro lado de la cordillera, y en menor medida por estos pagos, habría que recordarles que al rosarino, quien efectivamente podría volver a ser campeón después de 22 años, es un técnico de enorme prestigio internacional, independientemente del bajo número de copas que hay en sus vitrinas. El botón de muestra más revelador es que Pep Guardiola lo considera el mejor entrenador del mundo. En su caso, más que ningún otro, lo relevante no son las cifras, es la información consolidada respecto de su labor.
¿Cómo puede ser mencionado como el mejor técnico del planeta alguien que no ha ganado un título a nivel de clubes hace más de dos décadas? Simple. Por la solvencia de su trabajo, metodología, detallismo, dedicación y, sobre todo, por sus formas. Es que el modo Bielsa es una religión, una ideología que ha sido inspiración de exitosos entrenadores (también de los otros) como el propio Guardiola, el Tata Martino, Mauricio Pochettino, Eduardo Berizzo o Jorge Sampaoli. Esas formas, esa ponderación y bajo perfil, lo han llevado a declarar que Sampaoli lo superó como técnico. Buen debate para un café.
De Bielsa se ha escrito mucho, hay cuantiosa información disponible y, cómo en todo en la vida, está claro que su fórmula no es mágica. No se trata de un método replicable que garantice un éxito que ni siquiera él, en los fríos números, ha podido asegurar. Si fuese tan sencillo Cristián Domizi, Ricardo Lunari, Alfredo Berti, Cristian Domizi o Juan Manuel Llop, algunos de sus discípulos del Newells campeón del 92, hubiesen alcanzado una mayor dimensión como entrenadores. En la U sabemos cómo le fue a Darío Franco en 2013. Eran los tiempos es que todo lo que oliera a Bielsa era bienvenido aunque se tratara del acomodador de autos de la esquina de su casa.
En los próximos días sabremos si Bielsa gana el título con el Leeds o solo asciende a la liga Premier (matemáticamente le falta un punto para subir y dos para ser campeón). Pero más allá de esa eventual conquista, el rosarino no será ni más ni menos en la consideración del mundo del fútbol. Su construcción está hecha, su legado ya fue diseminado. Entre técnicos, como ya dijimos, pero también entre decenas sino cientos de jugadores que valoran al máximo su influencia. En radio ADN, con una semana de diferencia, Esteban Paredes y Jorge Valdivia lo mencionaron como el mejor técnico de sus carreras. No es menor tratándose del goleador histórico de Colo Colo y uno de los 10 más destacados de todos los tiempos del fútbol chileno. Vidal, a su turno, marca el contrapunto, según él, Bielsa no le dejó nada. Otro café, por favor.
En la huella cronológica de la generación dorada, del equipo bicampeón de América, Bielsa tiene un lugar bien ganado, indesmentible, con matices en el rango de influencia según el punto de vista, pero nadie medianamente informado podría discutir su aporte para lo que vendría después. A fin de cuentas, son los jugadores quienes le atribuyen un rol preponderante. Ante semejante evidencia, el resto es música. Ahí está su verdadera herencia, en testimonios como el de Paredes. Hechos concretos. No hay para qué entrar en subjetividades como su cariño por Chile u otras hierbas.
Bielsa quizá no sea el técnico más ganador de los últimos 20 años, pero hay que tener en cuenta que es él con sus particulares criterios de elección quién decide dónde dirigir y no siempre se trata del equipo más reputado o con la chequera más amplia. En su cabeza priman otras consideraciones, no se embarca a la primera, ni a la segunda ni a la tercera, pide certezas, garantías, evalúa potencialidades y define en función del proyecto. Así llegó a Leeds pese a que pudo dirigir en equipos mayores. El tipo va donde se siente a gusto, le importa un bledo el tamaño de la casa.
Con Bielsa nunca se sabe, dice un amigo muy estudioso del fútbol, pero esta vez parece que el título en Inglaterra es cuestión de horas. El bielsismo lo celebra… sus detractores harán mofa. Es el juego. Usted opine, pero informado.