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Del Tanque Campos al Tanque Paredes

El partido recién comenzaba en la edición del clásico en cuarentena cuando Pablo Mouche desbordó por la izquierda, sacándole ventaja a su marcador Osvaldo González. Esteban Paredes ya estaba ubicado en posición de remate, como tantas veces en este tipo de partidos que le encanta jugar. Cuando el argentino cedió con potencia, el goleador histórico la empalmó con seguridad y dejó sin chances a Fernando De Paul. ColoColo ganaba por la mínima y El Tanque extendía su leyenda. No sólo aumentaba su registro como el máximo anotador en la historia de los torneos chilenos de Primera División, sino que se acercabaa la marca de Carlos Caszely como el artillero histórico de los albos. Además de eso, igualaba a Carlos Campos, el Tanque, como el goleador en clásicos con 16 anotaciones. Un récord que se mantenía desde 1969.

El partido terminó empatado y fue justo. No sólo ninguno de los dos mereció perder, sino que ninguno de los dos mereció ganar (que no es lo mismo). En la soledad de un estadio vacío, habitando lugares secundarios de la tabla de posiciones, los dos equipos más populares del país protagonizaron un encuentro de escaso brillo. A dos semanas del regreso del fútbol tras el receso más largo en la historia de los torneos nacionales, el temor a no perder fue más fuerte en ambas escuadras y se entiende. El horno no está para bollos y un empate deslavado es mejor cosecha que una derrota ajustada.

En ese contexto lo de Esteban Paredes sigue siendo llamativo. Valorable para el goleador de las cuatro décadas, que pese a su edad es el delantero más importante que mantienen los albos. Esto se interpreta, a la vez, como una crítica severa al resto de los centro atacantes de ColoColo, Nicolás Blandi y Javier Parraguez, que no le hacen sombra al zurdo de Cerro Navia.

Carlos Campos, el histórico Tanque, pasa por un delicado momento de salud. Su historia ha sido muchas veces subestimada. Llegó a la Universidad de Chile a los 11 años y se quedaría hasta el día de su retiro en 1969, con sólo 32 años. Comenzó jugando como volante central. Su envergadura física era llamativa para la época, mediados de la década del ’50. Fue Luis Álamos, el histórico entrenador de los azules, quien lo ubicó en el centro del área. Campos fue resistido, pero siempre terminó jugando. Su racha goleadora le permitió a la Universidad de Chile convertirse en el Ballet Azul, formando un trío de ataque de temer con Leonel Sánchez y Pedro Araya.

Carlos Campos, el Tanque, anotó 199 goles por la Universidad de Chile, de los cuáles 184 fueron en torneos nacionales, marca no igualada en la historia azul. En 1969, cuando no le renovaron contrato, prefirió retirarse pese a las ofertas de otros clubes. No podía jugar por otro equipo que no fuera la U. Sin hacer aspavientos, sin levantar polémicas, sin acusar a nadie, tomó sus cosas y no jugó nunca más.

Recién en el 2020, otro Tanque, uno que hace goles por el archirrival, igualó su registro como el máximo anotador en la historia de los superclásicos con 16 festejos. En medio de una pandemia mundial. En un estadio vacío.

Si Dios existe, es guionista de fútbol. Y de los mejores.