No tengo pruebas, tampoco dudas
Los audios no aclaran, sino que oscurecen. La incompetencia demostrada por Eber Aquino y los miembros del VAR en el debut eliminatorio de uruguayos y chilenos fue tan mayúscula, tan absurda, que roza el surrealismo. Cuesta creer que esto sea sólo una cadena de errores. Eso consideraría asumir que un juez FIFA desconoce el reglamento, los protocolos y que los encargados del video de asistencia son tan torpes en su actuar, que mal utilizaron una herramienta que fue concebida para acercar la justicia a un juego lleno de azares.
Fue raro. Todo fue demasiado extraño. La insistencia en mantener un cobro desde el primer instante. El grito destemplado de uno de los jueces, casi como un fanático. La negativa a revisar otra cámara, la extraña idea de no acudir al monitor que podía despejar cualquier duda. Si Aquino hubiese visto la pantalla estaba obligado a cobrar el penal que fue clarísimo. Al desestimar ese recurso sólo amplificó las dudas respecto a su extraño proceder. No hay pruebas tangibles de una conspiración. Tampoco motivos evidentes. Pero todo el procedimiento fue demasiado extraño. O estamos en presencia del grupo referil más incompetente que recuerde el fútbol sudamericano en décadas o algo extraño sucedió. La dirigencia chilena no debe quedarse con la filtración de los audios como recompensa.
Este partido será recordado por décadas como el despojo de Montevideo. Quizás algún día Aquino asuma su error, aunque a diferencia de Lucien Boucherdeau, el juez que cobró penal ante una mano involuntario de Ronald Fuentes en Francia ’98, no podrá excusarse en la soledad para tomar una determinación en milésimas de segundo o la falta de apoyo tecnológico. Boucheardeu, antes de morir a los 56 años de un infarto, después de ser expulsado del arbitraje por corrupción, pidió perdón.
El sinsabor del debut, el marcador en contra y la derrota inmerecida, nos alejó unos días de la pelota, el único foco que importa. Ante Uruguay la Roja jugó mejor de lo que muchos pensábamos. Una parte de la mentada asignatura pendiente del recambio le corresponde a Reinaldo Rueda. Otra, muy relevante, a los jugadores. Y hombres como los hermanos Díaz, Sierralta, Vegas y Baeza, unos más, otros menos, cumplieron con su parte. Demostrar que pueden ser competitivos y no devolver de inmediato la camiseta de titulares.
A Chile le faltó elaboración. Cumplió a cabalidad con la parte del juego sin pelota. Cerrar los espacios, evitar los ataques del rival, un dispositivo defensivo que tuvo muy pocas fisuras. Queda pendiente la elaboración de juego cuando la pelota es tuya. El inmenso partido de Arturo Vidal y Alexis Sánchez es la confirmación de lo que se espera de futbolistas de talla mundial. Pero para ganarle a Colombia falta. Los cafetaleros demostraron ante Venezuela un juego macizo, de alta intensidad, con varios jugadores en un estupendo estado de forma (Muriel, Zapata, Barrios, Mojica, James, Sánchez).
Suena obvio, una perogrullada, pero para Chile los colombianos serán un rival muy diferente a los uruguayos y para los cafetaleros, el choque ya no será contra una Venezuela que casi no los atacó en la cómoda humedad del Caribe.
Si bien es cierto la historia se cuenta al final, la recompensa está en el camino. El VAR no es el problema. No comete pecados ni hace milagros. Es una máquina, un recurso, un procedimiento. Los malos árbitros seguirán siendo malos, con video o sin video. Los buenos no revisan tanto, se tardan mucho menos y su porcentaje de acierto sigue siendo altísimo. Lástima que en el debut nos tocó el peor de todos. O tal vez el inefable Eber Aquino sea sólo una pieza pequeña de un puzzle mucho más enmarañado.