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El último gran fracaso de Blanco y Negro

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La pésima campaña de Colo Colo no es el primer fracaso de Blanco y Negro. Es el último. Los malos resultados en la cancha no son casuales sino causales. Reflejan una serie de fracasos de la concesionaria que controla hace años los destinos de la institución y a la que, por contrato, aún le quedan muchos más.

Blanco y Negro fracasó en la noción de club. Dinamitó el sentido social que tenía el cuadro más popular del país. Si bien mantiene un arraigo sostenido en la afición, Colo Colo ya no es de sus hinchas. Esta no es sólo una definición legal. Blanco y Negro ha tomado medidas, decisiones, restricciones, que van orientadas a alejar al aficionado e instalarlo como un cliente. Y los clubes grandes en el mundo tienen épica, espíritu, legado, tradición. No clientes.

Blanco y Negro fracasó en destruir las ramas deportivas que el club mantuvo a lo largo de las décadas. Es cierto, la crisis económica que hoy afecta al país (y a casi todo el planeta) harían casi inviable otro tipo de disciplinas en los clubes. Pero esa no es excusa: la decisión de sepultarlas se tomó hace mucho rato. No todo es culpa de la pandemia o el estallido social. No.

El peor de los fracasos de Blanco y Negro ha sido en las divisiones menores. Por casi 70 años Colo Colo fue un club que generaba futbolistas no sólo para su propia escuadra, sino para el fútbol chileno. Enumerar la lista de grandes futbolistas surgidos de la cantera es incalculable. El escenario actual es dramático ¿Cuántos jugadores de las inferiores son titulares en Colo Colo? ¿Hace cuánto no aparece una figura estelar en las fuerzas básicas? La carencia de futbolistas surgidos en cadetes es una falencia que se acentúa con los años. El trabajo en divisiones menores, otrora orgullo del club, bordea lo escandaloso.

La campaña 2020 ha sido el último de los fracasos. La dirigencia de Blanco y Negro ha intentad instalar un relato en el que salvar la categoría es casi como ganar el Mundial de Clubes. Una magra campaña de Colo Colo era terminar en el quinto puesto. Una campaña vergonzosa era deambular en la mitad de tabla. Hoy está último.

Muchos consideran que el Cacique debería descender para reverdecer laureles luego de tocar fondo. Usan ejemplos variados, como River Plate, Independiente, la Juventus o la misma Universidad de Chile, que se fueron a la B y a los pocos años escalaron la cima futbolística. Pero estos son casos puntuales. No es un efecto rebote garantizado. Llegar al fondo no te asegura que a partir de ahí comienzas un camino sin freno a la cúspide. Descender, para un equipo grande, sólo es indicativo que más abajo no puedes llegar.

Un nuevo fracaso de Blanco y Negro sería pensar que la refundación, el cambio de orientación en su política, la diferencia urgente de mirada, debe considerarse sólo si el equipo desciende. Por responsabilidad, Blanco y Negro debe reflexionar en una refundación aunque salve la categoría. Quedarse en Primera no es un premio, ni una epopeya. La campaña 2020 es un fracaso enorme que puede ser peor, pero en ningún caso es el primero de los derrumbes. Blanco y Negro se viene cayendo hace rato. Los resultados en la cancha son sólo el último capítulo de una crónica que lleva varios capítulos.