El complot
Matías Cano, arquero de Coquimbo Unido, dijo en DirecTV que se tomaban decisiones erráticas en la ANFP para evitar el descenso de Colo Colo. Uno de los argumentos utilizados por el portero es que a su escuadra, pese a estar en instancias decisivas de la Copa Sudamericana, no se le suspendían partidos como a otros clubes. Decía el golero que esa seguidilla de cotejos los podían afectar y al estar en los lugares más bajos de la tabla, junto a Colo Colo, esta fatiga física podía favorecer indirectamente a los albos.
Menos de 24 horas después, el técnico de Colo Colo Gustavo Quinteros expresó en rueda de prensa tras el empate contra Universidad Católica, que está ocurriendo algo “raro y muy oscuro” contra los albos. El argumento del técnico trasandino era el supuesto penal no cobrado por mano de Raimundo Rebolledo, que el juez Eduardo Gamboa no sólo no cobró sino que ni siquiera fue a consultar al VAR, aquella tecnología que llegó para solucionarle problemas a los árbitros y le ha generado más problemas que antes. El entrenador expuso más ejemplos de errores de los jueces que perjudicarían a Colo Colo para sustentar su teoría.
Es decir, con menos de un día de diferencia, un protagonista de la actividad dijo que había un complot para ayudar a que Colo Colo no descendiera y otro aseguró que había una conspiración para que los albos se fueran a la B.
El nivel del arbitraje en este 2020 ha dado evidentes pasos atrás, haciéndose más visible desde la salida de Enrique Osses del comité de jueces. Ese ha sido un problema, además de la discreta implementación del VAR, con muchas decisiones que son al menos cuestionables. Pero el fenómeno ha afectado a varios clubes. Es posible que si uno hiciera una encuesta, equipo por equipo, encontraremos que todos se han visto perjudicados en más de alguna ocasión. A menudo los protagonistas no esperan arbitrajes justos, sino errores a favor, que no es lo mismo.
El tema produce irritación cuando la insinuación de un complot proviene de un equipo grande, que acusa a “alguien”, a menudo una entidad nunca aclarada, de tratar de perjudicarlos. La historia demuestra, en todos lados del mundo, que los clubes grandes son por lejos los más favorecidos por los arbitrajes, los que más presionan, los que más condicionan el juego y los que tienen menos argumentos siquiera para insinuar una posible conspiración en su contra.
Como decimos en el campo, “las patitas”.
Detrás de la tesis de la conjura, de la idea del complot maquiavélico, hay partidos de fútbol. Es cierto, hay cobros referiles incomprensibles, injustos, pero de ahí a una maniobra orquestada para hacer descender a un club grande, hay un océano de diferencia. Es más, para decirlo sin ambages, a nadie le conviene que baje Colo Colo. No le conviene a la ANFP, a la industria, a los rivales ni a los medios de comunicación.
Las teorías conspirativas suelen ser muy atractivas, pero actúan como un camuflaje que a menudo esconden las verdaderas razones de las malas campañas, cuyas respuestas están en el juego y en factores futbolísticos, sobre todo cuando hablamos de una carrera larga en un torneo tan interrumpido como este. Difícilmente en el escenario actual, cuando no existe certeza qué partidos se juegan y cuáles no, se pueda orquestar una maniobra para perjudicar o favorecer a un club.
Con suerte se está jugando.