SAN FELIPE 0 - MELIPILLA 1
“El tema todavía sigue intenso (risas), pero ya estoy en casa, más tranquilo”, dice a AS Chile, Nicolás Peranic. El arquero argentino ha vivido horas muy agitadas, pero inolvidables . Para la ciudad de Melipilla , el meta de 35 años se convirtió en un ídolo, luego de lucirse en el histórico ascenso del club a Primera A luego de 13 temporadas navegando entre la Primera B, Segunda División Profesional y Tercera.
“El recibimiento de la gente fue una locura. Uno no dimensiona lo que le pasa a la gente con el equipo. Lo que se veía en la tele era poco, era un mar de gente”, recuerda sobre la actividad que reunió a más de tres mil personas en la Plaza de Armas de Melipilla.
-¿Es consciente de que se convirtió en el héroe de una ciudad? - A mí esa palabra me choca un poco, creo que es demasiado. Tampoco creo haber dado el ascenso por los penales. Creo que fue un momento en el que tuve la fortuna de poder taparlos pero también es mérito de los chicos que patearon. No es fácil cuando todos nos daban por muertos, de que íbamos a ir a San Felipe y nos boleteaban .
- ¿Dónde estuvo el gran mérito de Melipilla? - Nos cuidamos, fuimos uno de los pocos equipos que no tuvo contagiados, no nos podíamos dar el lujo de quedarnos con menos chicos porque somos un plantel corto. Muchos se quedan con los penales, pero es de todos. De Gonzalo que hizo 17 goles, de Gustavo (Guerreño) que apareció en la liguilla, de la defensa que no recibió goles, de los volantes, que para mí tendrán muchas ofertas porque lo hicieron muy bien . Entonces que lo reconozcan a uno solo, me da un poco de vergüenza (risas).
-¿Qué significa conseguir su primer ascenso a los 35 años? - Estoy súper feliz. La carrera del futbolista es así muchas veces. Los chicos que son más conocidos tienen esas carreras en las que crecen muy jóvenes y se mantienen, pero a algunos nos cuesta un poquito más. A esta altura de mi carrera, tener la chance de jugar en Primera es un sueño , algo que busqué hace mucho. Siempre supe que me tenía que tocar y no me importaba cuándo. La edad, más allá del número, es cómo se siente uno. Creo que los últimos años de mi carrera han sido los mejores en todos los aspectos y me hace feliz estar vigente y que puedo ir por más.
- Bajo ese contexto de siempre haber jugado en el ascenso, ¿sufrió con la realidad del fútbol argentino? - Yo te digo la verdad… en algunos equipos me tocó pasarla muy mal. Parece mentira que cuando me casé y nació mi primer hijo fue cuando peor estuvimos.
- ¿Tuvo que trabajar en otros rubros mientras jugaba? - Mi señora y yo somos profesores de Educación Física. Ella tenía su colegio y yo trabajaba de profe en unos clubes de futsal. Lo hice durante dos años. Después mi familia tiene un taller metalúrgico y hubo una época que salía de entrenar y me iba al taller a trabajar con mi viejo. No sé cómo explicarte: los sueldos que pagan en el fútbol argentino no son malos. El tema es que cuesta mucho cobrar. Cuando estás cuatro meses sin que te paguen, es difícil. Acá los clubes se atrasan y tienen penalidades y deben pagar. En Argentina cumplen, pero hay que esperar a fin de año. Cuando un jugador argentino viene a Chile y ve las condiciones, no se va a hacer millonario, pero sí recibes lo que te prometieron.
- ¿Le pasó no tener dinero para pagar sus cuentas? - Gracias a Dios nunca tuve que alquilar, por ejemplo, pero de literalmente llegar a fin de mes contando las monedas, un montón de veces (risas). Eso sí jamás nos faltó la comida. Uno tenía que resignar el descanso de la tarde para no pasar necesidades.
- ¿Se sentía presionado en esa época en la que nació su hijo y más mal estaban económicamente como familia? - Más allá de que a uno le gustaría haber estado mejor, siempre lo tomé como un factor motivante. Mi mujer y mis viejos más que nadie me alentaron a seguir. Está bien que el fútbol sea el trabajo de uno, pero ahí aparece el espíritu amateur. Uno hace esto porque lo ama y más allá de los problemas, intentas dar lo mejor. Siempre pensé en que todo se solucionaría. Te pueden deber plata, pero cuando suena el silbato, quieres ganar.
- ¿Siente que puede retirarse tranquilo ahora que podrá jugar en Primera? - Si me lo preguntabas el año pasado, te decía que sí. Ahora quiero más. Mi sueño fue jugar en Primera e ir a una copa internacional. Cumplí el primero y ahora quiero ir por el otro. Ojalá se me dé y si el cuerpo me lo permite y me siento útil, querré ir por más. Tengo el desafío de probarme en Primera, de que lo puedo hacer bien. Hoy tengo contrato, quiero jugar acá.
- ¿Cuántos años más se proyecta jugando? - Capaz que te vas a reír por lo que te voy a decir. El ídolo de mi papá es Amadeo Carrizo, histórico arquero del fútbol argentino. Amadeo jugó hasta pasados los 40 años y le dije a mi viejo: ‘bueno pa, yo te prometo que voy a hacer todo lo posible para jugar hasta la misma edad de Amadeo' .
- ¿Vive tranquilo el jugador de la Primera B chilena? - He venido a equipos que no son poderosos económicamente, pero sí he vivido bien. Nunca nos faltó nada. No vivo con lujos, no nos vamos a hacer millonarios, pero estamos tranquilos . Cuando llegué a Magallanes, la directiva se portó tremendamente bien. A las dos semanas me habían conseguido el lugar donde vivir y le habían mandado los pasajes a mi señora para que viaje con mi hijo. En Arica lo mismo y en Melipilla también.
- Se consolidó en Chile. ¿Piensa radicarse acá cuando termine su carrera? - Es una pregunta difícil. No lo quiero pensar todavía. Creo que será cuando se acerque el retiro. Decir ‘me quedo acá y nos proyectamos acá o volver a Argentina’.