La enésima refundación
Varias veces han prometido refundar el fútbol chileno. Desde la década del ’20, un siglo atrás, cuando el combinado nacional estaba compuesto por ingleses que jugaban por la Roja, que en aquel tiempo no se vestía de rojo sino con camisetas blancas. Después de la buena actuación de los Cóndores Blancos (como era conocido el equipo) en el primer Mundial de fútbol jugado en 1930, se esperaba que el desempeño fuera el trampolín para un salto hacia el desarrollo sin detención.
En la década del 40 el húngaro Francisco Platko llegó a refundar el fútbol chileno. Fue campeón invicto con Colo Colo y después asumió en la Selección. Mal que mal el ex arquero fue técnico del Barcelona, River Plate, Boca Juniors y hasta de la selección de Estados Unidos.
En la década del 50 con Luis Tirado, la Roja, que ahora ya vestía camiseta roja, fue subcampeona continental en dos ocasiones y con Fernando Riera efectivamente se realizó un trabajo fundacional, llegando a ser terceros del mundo liderando un proyecto en serio que dejaba poco espacio a los azares.
En los 70 se pensaba en refundar el fútbol chileno con ideas potentes, como las de Luis Álamos a comienzos de la década o Luis Santibáñez al final de la misma, como también con experimentos peculiares como el alemán Rudi Gutendorf, que engrosó el cajón de las anécdotas.
En los 90 la administración de Arturo Salah sentó las bases para refundar el fútbol chileno, con una unidad técnica nacional y un plan que incorporaba a las selecciones menores. La competencia local tuvo altísimas luces con el Colo Colo campeón de la Libertadores el '91, el subcampeonato de la Universidad Católica en el '93, las semifinales de la U en el ’96, de Colo Colo en el ’97, los cuartos de final de Unión Española en el ’94. Clasificar a un Mundial tras dieciséis años fue una consecuencia, no un inicio.
La llegada de Marcelo Bielsa fue, otra vez, la promesa de una refundación. Chile alcanzó un juego estelar y los futbolistas nacionales llegaron a militar en los mejores equipos del orbe. Sampaoli y Pizzi administraron un enorme capital ganando dos veces la Copa América.
Esta vez la promesa de una refundación llegó con el nombre de un director deportivo más que un entrenador. Fancis Cagigao llegó precedido de un trabajo como scouting en el Arsenal de Inglaterra. Según propias palabras, llegaría a instalar los cimientos de una nueva refundación. Y quizás está en eso, aunque algunas de sus propuestas no son tan diferentes a las planteadas por los Cóndores Blancos, Platko, Álamos, Santibáñez, Salah, Bielsa y varios más entremedio.
En su rol de scouting o veedor, Cagigao estableció un nexo cercano con Cristián Ogalde, importante representante de jugadores. Nada ilegal, nada malo, nada poco ético. En la primera nómina a un microciclo realizada por el flamante entrenador Martín Lasarte, aparecieron 26 jugadores de los cuales sólo dos provenían de la Primera B. Eran Julián Alfaro y César Pérez, ambos de Magallanes, equipo que no estaba entre los animadores del torneo. El accionista mayoritario del club es Cristián Ogalde.
En la última nómina, una de las grandes sorpresas fue la inclusión de Marcelo Allende, quien no había sido convocado anteriormente. El volante del City Torque de Uruguay ha jugado trece partidos, doce como titular, en seis fue reemplazado y ha convertido hasta ahora dos goles. De los tres partidos eliminatorios, Allende fue al banco contra Ecuador. No ingresó. Ante Brasil y Colombia no fue considerado en la suplencia. Allende es representado por Cristián Ogalde.
Nada ilegal. Nada contra el reglamento. Pero a veces hay que cuidar las formas, sobre todo cuando se promete refundar.
De tanto refundar el fútbol chileno, aún no partimos. Y quizás nos quedemos esperando hasta la próxima promesa de refundación.