Diego Araneda (21) nació en Chile, pero a los dos años se fue a vivir a Tahití. Efraín, su padre, hizo carrera futbolística allá y se quedó a vivir para siempre. Diego siguió sus pasos y en 2019 jugó el Mundial Sub 20 con el combinado polinésico, sin embargo el año pasado, en medio de la pandemia, decidió dejar el deporte profesional y partió a Francia a estudiar.
"Fue una decisión difícil, porque venir a Francia implicaba dejar mi familia, mis amigos y el fútbol. Me vine con mi polola, decidí priorizar los estudios porque es más seguro", cuenta Araneda desde Montpellier, ciudad en la que estudia Español. Su idea es volver a Tahití o quedarse en Francia y hacer clases para enseñar su lengua nativa.
- ¿Extraña el fútbol? - El año pasado extrañé mucho el fútbol, porque con la pandemia casi ni iba a la universidad, estábamos en confinamiento. Ahora, elegí un ramo opcional que es de fútbol y ahí me estoy moviendo. Un amigo venezolano me invitó a jugar a un club que se llama FC Petit Bard. Ahí, la idea es competir al máximo nivel que se pueda.
- ¿Le costó mucho dejar Tahití y sus playas paradisíacas? - Sí, pero lo más difícil fue partir lejos de mi familia, aunque ya una vez me había ido a Chile a jugar a Barnechea. Eso me sirvió para lo que vivo ahora.
- ¿Cómo fue la experiencia de jugar un Mundial Sub 20? - Fue una experiencia muy linda. Pude competir, compartir con amigos, conocer y, sobre todo, disfrutar. Esos recuerdos quedarán por siempre.
- ¿Y qué tal la la experiencia que vivió en Barnechea hace varios años? - Ya ni me acuerdo cuándo fue, creo que 2015 ó 2016. Antes había estado en la U gracias al proyecto de Sangre Chilena. Fue lindo, pero lo mejor fue estar cerca de mi familia. Cuando chico sentía que tenía papás y hermanos nomás, pero en Chile pude estar con abuelos, tíos y primos. También me hice muchos amigos.
- ¿Usted se siente más chileno o tahitiano? - Ni chileno ni tahitiano. O sea, siento que tengo un poco de las dos nacionalidades.