El estallido de Sebastián Baez
“¿Qué me recomendarías a mi que estoy 350 del mundo, que tengo 19 años y estoy recién arrancando una carrera que espero sea muy larga?”, le preguntaba Sebastián Báez (20 años, 124º) al experimentado Guido Pella (ex top 20, actual 82º). En mayo del 2020, en medio de una larga cuarentena, el reciente ganador del Challenger III Santiago y finalista del Challenger II, jugados durante las últimas semanas en el Club Palestino, invitó a Pella y Diego Schwartzman (14º) para recibir sus consejos y respuestas a través de Instagram live.
Fueron dos clases magistrales sobre cómo despegar hacia la elite del tenis mundial, muy recomendables para cualquier profesional con ganas de triunfar en este deporte. En el rol de entrevistador y al mismo tiempo como un alumno atento y humilde, Báez escuchaba sobre asuntos como el trabajo mental, la planificación de los partidos, el entrenamiento visible e invisible, la consolidación de un equipo de trabajo, el financiamiento, la alimentación y muchos otros detalles fundamentales para pasar de ser un buen jugador a uno top.
“Me he cansado de ganar partidos jugando para el orto y me he cansado de perder partidos jugando bien”, le decía Pella para ilustrar lo vital que es la constancia y la cabeza, muchas veces por sobre la técnica. En esa charla de casi un año y medio atrás, Pella también le dijo que va a llegar a ser top 100 y el domingo pasado Báez ganó en el Club Palestino su cuarto título del año al derrotar en tres sets a Felipe Meligeni (250º) para quedar 124 del mundo. De paso se anotó como el segundo argentino más joven en la Era Open en lograr cuatro torneos en un año, solo detrás de Guillermo Coria que logró lo mismo con 18 años en 2000.
En estas semanas pudimos ver a Báez en el Club Palestino mostrar una madurez llamativa para un veinteañero que avanzaba rondas sin frustrarse demasiado cuando las cosas no iban bien ni desbordarse por la euforia cuando las cosas se le daban.
En la cancha, Báez parece un depredador en plena cacería. Concentrado en cada pelota, no se despega del foco como si el triunfo fuera su presa. Su regularidad, agilidad de piernas y voluntad de lucha en cada pelota pasaron estas semanas por Santiago dejando muy cerca su objetivo de meterse en el top 100 y la impresión de que vimos a un tenista en pleno estallido.