Hace unos días, Carlos Arias contó en AS Chile sobre su trabajo en Universidad de Chile como preparador de porteros y analizó tanto a Cristóbal Campos como la primera toma de contacto con Hernán Galindez .
Arias, eso sí, tiene recorrido en el fútbol: fue canterano de Universidad Católica, portero de la selección Sub-20 en un Sudamericano y en una Copa del Mundo de la categoría. Además, tiene algunas escuelas y compagina sus labores como asesor inmobiliario en donde ayuda a otros futbolistas. En AS cuenta su historia en aquella Rojita, el momento del retiro y su vida actual.
- ¿Cuáles son sus recuerdos con la generación del Mundial Sub-20 de Holanda 2005? - En su momento nadie nos tenía fe. Nosotros no éramos tan mediáticos como la Sub 20 anterior a la nuestra, donde estaban Claudio Bravo, Gonzalo Fierro, Eduardo Rubio y nombres que ya estaban jugando en Primera División. En los entrenamientos uno veía una buena selección, más los nombres propios que teníamos, como Matías Fernández, Carlos Villanueva, Pedro Morales, Gonzalo Jara o el “Chapa” Fuenzalida. Teníamos fe de que podíamos hacer algo, entendiendo también que los de antes ya estaban con los equipos profesionales y nosotros, la mayoría, estábamos más abajo. Además, habían pasado 10 años desde que una Sub 20 no clasificaba a un Mundial. Fueron ingredientes que se fueron dando en el camino y se mezclaron para hacer algo mediático, recuerdo que fue bien llamativo ese Sudamericano.
- José Sulantay rotó y en aquel Mundial jugaron los tres arqueros. Fue extraño… - Sí, no es un gran recuerdo, pero cada entrenador maneja el equipo a su modo, buscando lo mejor para el grupo. Fue extraño que jugáramos todos, pero lo bueno fue que los tres podemos decir que sumamos minutos en un Mundial.
- ¿Alguna anécdota? - Era una selección bien unida, no había grupitos. Recuerdo que nosotros nos fuimos un mes y medio o un mes antes de que empezara el Mundial a Japón. Nos fuimos de traje, en un viaje que eran más o menos 40 horas entre los vuelos, escalas y tren bala. Llegamos destrozados. En Japón teníamos piezas individuales y los baños tenían botones, no había confort. Era todo como del futuro para nosotros (risas).
- Tras ese Mundial, imagino que sus expectativas eran altas en el fútbol. - Fue difícil desde el Mundial, porque ganamos 7-0 en el debut y luego perdimos 7-0 con España. De ahí, como arquero, te duele más que a los demás. A mí me hicieron los goles y después me sacaron. Entre comillas, era como que yo tenía la culpa. No fue fácil. No te preparan para eso. Antes no había psicólogos deportivos. Fue duro afrontarlo, pero siempre me he caracterizado por ser un luchador y ver las cosas positivas de todo. Sabía que en Católica no tenía un lugar por la calidad de jugadores que había, porque en ese tiempo estaba Buljubasich y recién empezaba Toselli.
El retiro, los estudios y el ámbito de las propiedades - ¿Por qué la decisión de retirarse tan joven? - Siempre fui busquilla, siempre quise hacer más y la decisión fue fácil, por expectativas y proyecciones. Tenía 28 años y me acababa de llegar una oferta de una universidad para estudiar gratis. Me dijeron que estudiara lo que quisiera, que era un menú y tenía que elegir el plato. O seguía luchando con la inestabilidad del fútbol, que es lo que amo, o me iba a algo más seguro.
- ¿No sufrió con esa decisión? - Me veía por mucho tiempo en el fútbol, pero las situaciones de la vida te van llevando por otro camino y me retiré súper joven, a los 28 años, pero con un plan en mente, que era estudiar. Recibí una beca universitaria y estudié ingeniería comercial. Estuve en la Andrés Bello y terminé la carrera justo antes del estallido social.
- ¿Cómo ha sido su vida tras el retiro? - Hago hartas cosas, pero siempre con un común denominador, que es el ayudar a los demás. Tengo escuelas de fútbol, tengo una escuela de arqueros y, aparte, también trabajo con propiedades, asesorando con lo que estudié y viendo el día a día, ayudando a que los jugadores también cumplan su sueño.
- ¿Dónde están sus escuelas? - Tengo una escuela de arqueros con mi socio, que es Marcelo Gaete, entrenador de arqueros de Cobresal. Y nuestra escuela se llama Locos por el Arco, funciona en Macul . También poseo escuelas de la U, una en Santiago Centro y otra en La Florida.
- ¿Y cuándo entró al mundo de las propiedades? - Me metí en pandemia, en una inmobiliaria llamada Golden Bull. Como dije siempre he sido busquilla, entonces se alinearon todos mis gustos: el poder aprender, también soy un convencido de que mientras más enseñes, más aprendes, me tocó capacitarme y luego ir enseñándole a algunos futbolistas a cómo acceder a un mundo que ellos veían lejano.
- ¿En específico, cuál es su labor? - Ayudar o asesorar a los futbolistas en las mejores alternativas para la compra de propiedades. Hay distintos métodos o mecanismos que el común de la gente no sabe y uno cuando se mete en el rubro se le hace más cercana la posibilidad de acceder que no estando en él. Con ese conocimiento me acerco a algunos futbolistas y les explico un poco, entendiendo que a ellos también les interesa. Les explicó cómo podrían hacerlo según sus gustos, sus preferencias y ahí unimos labores de búsqueda de departamento, gestión de créditos y más cosas.
- ¿Qué fue lo que más le llamó la atención desde que se dedica a asesorar? - El temor que tenían. No por meterse a este negocio, más bien porque anteriormente los habían jodido mucho. Con la mayoría de las personas con las que conversaba, venían de situaciones no muy cómodas, por el mismo desconocimiento. Se habían topado con personas que al saber que ellos no conocían del tema, se habían aprovechado. Y no solo los futbolistas. Uno de los comentarios que más se repite es el que deberíamos haber llegado antes o cómo no se dieron cuenta de algo. Cosas que pasan al entrar en un rubro que no conocen.