Mientras aguarda por el duelo que Tinguiririca San Fernando, su equipo, sostendrá hoy ante ABA Ancud por una nueva fecha de la Liga Nacional, Julius Holt (36) charla con AS. Con buen ánimo desde un principio, el experimentado alero y ex seleccionado chileno repasa su carrera en el básquetbol, la cual dice tenerlo muy satisfecho , pero también reflexiona, entre otras cosas, sobre el episodio que marcó su vida. Uno que se remonta al 2015, cuando estuvo 52 días en prisión preventiva, en el penal Santiago 1. Allí llegó tras ser acusado de violar a una menor en los Juegos Odesur 2014. Sin embargo, en 2016 terminaría siendo declarado inocente.
- ¿Cómo ve las opciones de San Fernando para esta temporada? Vienen de ser campeones en la segunda categoría... - Se armó un equipo para subir y se concretó. Ahora, obviamente, estamos en otro nivel. Para muchos de mis compañeros es su primera Liga 1. Hay que tratar de agarrar ritmo lo antes posible, porque es otro básquet. Y dentro de eso, ser competitivos y ojalá, a largo plazo, estar dentro de los ocho mejores. Uno siempre va a querer más, pero hay que ser realistas para que después no haya frustración.
- Usted es uno de los experimentados de la Liga Nacional: en marzo cumplirá 37 años. ¿Hasta qué edad se ve jugando? - Me siento como de 30, y eso que los chicos de 25 repente me dicen 'pero eso igual es ser viejo' (ríe). Pero no, como que uno está en su plenitud... Imagínate que fui a jugar en 3x3 a un Nacional, 6-7 partidos, y lo terminé ganando. Ahora vamos a tirar eventos 3x3 en San Fernando... Pero regresando al tema, después vino el campeonato de Segunda y ahora volvimos a Primera. Todas esas cosas hacen que uno siga motivado, enfocado, y no piense tanto en la edad, sino en el día a día, en cambiar un poco la alimentación y cuidarte más en las horas de sueño.
- ¿Se ha despertado sin ganas de jugar? - Sí. O sea, yo creo que a todos los deportistas les ha pasado. Cuando uno es chico o tiene esta edad, pasa. Lo otro es cómo te sientes después de un partido. Levantarse y que te duela todo, caminando como si pisaras vidrio, y que tengas que recuperarte en pocas horas o días... Pero yo siempre digo que, mientras uno es más viejo, más va entendiendo el juego y cómo cuidarse. Y también te va gustando más. Todo es más mental. Cuando uno no quiere entrenar, debe tener disciplina.
- ¿Cómo describiría su carrera? Osorno Básquetbol, Las Ánimas, CEB Puerto Montt, Atlético Puerto Varas, Ancud, entre otros equipos… - De repente, uno como deportista no valora lo que hace. Como que siempre quiere copas, ser el más ganador, pero después uno habla con su entorno, con la gente del básquet, o de otras ramas, y te das cuenta de que de repente el éxito es mantenerse. O sea, ir pasando tormentas, buenos momentos... Tengo experiencias únicas.
- ¿Cómo cuáles? - Con Las Ánimas fuimos campeones de Liga, de Copa Chile, y el proceso en sí fue hermoso. Después, la copa te la pasan, la tienes 10 segundos, te sacas una foto y chao, desapareció. Pero el proceso es lo que se tiene que disfrutar. Si hablamos de carrera, me considero exitoso, por estar jugando a los 36-37 años, siendo competitivo y teniendo varios títulos. Pudo haber sido mejor, claramente. Uno siempre dice 'ah, si no hubiese hecho esto'. O si hubiese aprovechado más mi paso por Estados Unidos... Pero eso es pasado. No me tiene que comer la cabeza. Hay que disfrutar del presente y saber que todavía no hay límites. Uno nunca se los tiene que poner.
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Holt celebra la Liga Nacional que consiguió con Las Ánimas. - Usted tocaba el tema de Estados Unidos, a donde partió siendo muy joven. ¿Por qué no extendió esa etapa? - Allá estuve entre los 17 y los 18, y en esos dos años gané cinco trofeos. Lo digo con mucha humildad... Pero sí es darse cuenta de que se puede. Me sacaba la cresta, después me metí a la high school, pero se me vinieron los humos a la cabeza y empecé a tomar decisiones erróneas. No me cuidaba, hasta que volví a Chile. Me conformé con estar jugando acá, estuve en los mejores clubes y no los pescaba. Hubo decisiones malas, pero uno no se puede justificar con carencias emocionales, por ejemplo. Al final, gracias a eso es lo que eres hoy día.
- Desarrolle un poco más su idea de 'humos a la cabeza'... - De repente, el mismo entorno en Chile nos hace creer a los más jóvenes que, teniendo un poco de talento o ganando algo, ya lo ganamos todo. Yo soy de Osorno y mi papá (George Holt, figura del básquet en los '80), para muchos, fue el mejor americano que vino a Chile, y mi abuelo también es conocido. Entonces, tener esa presión local, y de repente llegar a Estados Unidos, y que te digan poco menos que vas a ser una figura NBA, y llegas, eres campeón y se te da todo fácil, creo que ahí es cuando uno empieza a desviar el camino o a dejar un poco el básquet.
- ¿Qué hacía, por ejemplo? - Empecé a salir, me gustó la fiesta y perdí tres o cuatro años de básquet. Quizás hubiera tenido un salto al extranjero... Ahora, a los mismos chicos que salen a los 18 años les digo 'no hagan esto y traten de hacer esto'. Pero después cada uno toma sus decisiones. Hay que decir lo que no hay que hacer, porque todos te dicen lo que tienes que hacer.
- ¿Y qué podría decir sobre su etapa en la Selección chilena? - Estuve en varias series bajas, en preselecciones, pero no estaba ni ahí. Después, con resilencia, llegué a la Selección adulta. Obviamente, en lo deportivo el paso fue bueno, el resultado final (medalla de plata en los Juegos Odesur del 2014). Yo estuve lesionado, pero todos nos colgamos la medalla. Participé, competí... Y en la parte personal, por el bullado caso, para mí siempre será una de las injusticias más grandes que he vivido. Gracias a Dios, la justicia demostró mi inocencia. Puedo sacar la mejor enseñanza también, porque todo esto coincidió en un contexto de carrete. ¿Qué tenía que estar haciendo yo ahí? Nada. ¿Por qué no me fui a mi casa? ¿Por qué no nos fuimos todos a la casa? Pasó lo que dicen que pasó, no... Yo siempre he dicho que no hice lo que se me acusó. Después de eso, una reflexiona muchas cosas.
- ¿Cómo qué? - Que uno tiene que saber que hay gente que le gusta o quiere hacer daño. Pero nada... También hay que saber cuidarse, tener un mea culpa de las cosas y saber que de repente se pueden cometer errores, pero no horrores, como digo. Fue injusto, pero créeme que, como aprendizaje de vida, fue uno de los más crudos.
- Antes de profundizar en ese tema, le hago otras consultas. Alguna vez, con la Selección chilena, usted pudo enfrentar a Facundo Campazzo, hoy en la NBA. ¿Cómo fue esa experiencia? - Jugar contra Argentina ya era una experiencia única. Aparte que a Chile vino el equipo B supuestamente, pero estaban Delía, Mata, el goleador argentino, Romano, multicampeón... Y el mismo Campazzo, el diferente. Nos dejó impresionados en el calentamiento con una clavada y medía como 1,80. Fue como 'wow...'. En una penetró como desde la mitad de la cancha y no lo vimos. Entonces, siempre se supo que iba a ser diferente. Ahora, por la estatura, llegar a la NBA nos deja una enseñanza a todos. Más allá de esa experiencia, cuando estuve en Estados Unidos también vi a jugar a LeBron James y Carmelo Anthony en vivo.
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Holt, a un costado de Campazzo, tras un Chile-Argentina. - Hace 63 años que Chile no clasifica a un Mundial adulto de básquetbol. ¿Cuándo cree que se podría romper esa maldición? ¿Por qué es tanto el tiempo? - El fútbol nos dio el ejemplo. Puedes tener los mejores jugadores, a dos, a tres, pero siempre hay plata. Quieran o no, se pueden hacer proyectos buenos. Acá de repente hablamos de nuestra Liga Nacional y esta solo entrega dos jugadores a la Selección. El resto, gracias a Dios están afuera. Ahora, si pensamos en los 63 años para atrás, nadie va a tener esperanza. Pero si pensamos en los últimos cinco años, a 15-20 años más, o en el corto plazo, sí se puede con trabajo. Y no solo en el básquet, sino que en todos los deportes secundarios. Hay que invertir. Uno tiene dos piernas, dos brazos, pero de repente no las condiciones. Hablo de lo físico, lo mental. Es preparar atletas. De repente hay uno que otro que sobresale, pero podríamos ser más competitivos, tener más atletas.
- Usted también jugó en Boston College. ¿Alcanzó a ver a Sammis Reyes? - Él me miraba a mí (ríe). No compartimos camarín, porque él era más chico, pero siempre he dicho que Sammis es un ejemplo de ese tipo 'mira el cabecita de músculo', pero después lo seguí en Instagram y era un cabecita de músculo trabajólico. O sea, desde chico que fue así. En el básquet no era el más talentoso, y llegó a la Selección chilena. Entonces, cada meta que se proponía, la cumplía. Él tipo fue un animal. Y ahora, lo que hizo es histórico, y es en base a su trabajo, a su camino, algo que nunca perdió. Si uno pierde el foco, no llegas a las grandes ligas.
- Volviendo al tema de su paso por la cárcel. ¿Cómo lo describiría? - Yo era un tipo que juzgaba mucho. Uno siempre habla de la palabra de Dios, que esto, que la vida, pero uno no practica. Entonces, cuando de repente miras la tele y te estás viendo involucrado en algo tan grave, tú dices '¿pero cómo?', y de repente no es la información. Algunos periodistas tiran nomás la noticia y después te piden disculpas, pero la noticia ya está, y te metes a un ambiente y llegas a una cárcel. De primero es shockeante para todos, pero después te das cuenta que igual hay gente común y corriente, que ha manejado ebrio... No sé si me entiendes.
- Comprendo hacia dónde va... - Hay de todo. Lo que sí puedo decir es que las experiencias más crudas, como la cárcel, te dejan las mejoras enseñanzas de vida, pero en base a agradecer hasta lo más simple, como ducharte con agua tibia o poder abrir una puerta por sí solo. Yo adentro les decía a todos 'para mí, esto es un reality, voy a salir y se va a saber la verdad'. Siempre tuve la convicción. Nunca me comió la cabeza, nada. Decía 'no merezco esto, pero ya'. Me acuerdo de que miraba cada detalle, la comida, para no olvidarme. Eso me sirvió... Ahora lo hablo abiertamente, pero antes me dolía, me daba mucha rabia. Era como '¡no, es que cómo me acusan de esto!' Ahora uno suelta esa espina y dice 'bueno, las cosas pasan por algo, aprende de esto'. Nadie está libre de nada.
- ¿Qué fue lo más crudo que le tocó ver en la cárcel? - Dos días antes que yo salga, un chico se ahorcó. Pedían ayuda y no llegaba. Esto siempre lo he contado... De repente dicen que en la cárcel hay puros delincuentes, pero no. Este chico era inocente, se supo y todo, y él se ahorcó por la presión que tenía. Me acuerdo de que se lo llevaban arrastrando como si fuese un trapo. Yo decía 'pensar que soy uno más'. Me acuerdo de que miraba por la ventanilla, dos días antes de salir, y yo me decía 'mira dónde estás metido'. Uno de repente dice 'hay hueones que se lo merecen'. Sí, eso y más, aunque no voy a ser un partidario de juzgar. Pero para el que no se lo merece, el que ve y vive todo eso, es shockeante. Después, con tratamiento, con ayuda, vas pasando las cosas y vas agradeciendo.
- ¿Cómo se sintió al salir de cárcel? ¿Cómo cree que lo veían? ¿Hubo gente que le dio la espalda? - Muchas personas me la dieron, pero cuando salí, y después que hubo un juicio, se empezó a saber la verdad. Todos se quedaban con la acusación, pero faltaba saber la verdad. Después empieza haber declaraciones de las supuestas víctimas, los mismos involucrados, e imagínate que uno de ellos, que decía que yo estaba metido, en el juicio dijo que yo no tenía nada que ver. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Después, él salió condenado. Yo siempre tuve la frente en alto. No pasó lo que dijeron y gracias a Dios después se comprobó que soy inocente. El mismo Estado me pagó y fue como un reparo. Mi conciencia y mi alma siempre han estado y estarán tranquilas.
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Holt reflexiona sobre su paso por la cárcel. - ¿Es la gran mancha de su vida? - La mancha la va a poner la gente. Yo no puedo estar pendiente de lo que diga, escuche o haga la gente. Si no, me vuelvo loco. Hasta el círculo de la supuesta víctima sabe todo. Entonces, la gente que no sabe obviamente me va a juzgar. Pero el que realmente quiere investigar, se dará cuenta de que, en mi caso, pasan cosas injustas en la vida. No hay que vivir con odio, porque creo que te come. Hay que sacar aprendizaje de esto.
- Lo cambio de tema: hace poco usted hizo una llamativa reflexión en su cuenta de Facebook. Allí decía que, de no ser por una persona que le dio una mano, habría dormido en la calle. ¿Qué le pasó? - Aquí tocamos nuevamente el tema del básquet. Hay cosas que son tan amateur que, uno, que vive esto, lo sufre. Estábamos en un hotel y nos echaron, porque tuvimos problemas con el club. Con un compañero extranjero quedamos prácticamente en la calle. Fuimos a un par de hoteles a ver si había alojo y nada. Gracias a Dios, este problema se solucionó, pero son estas cosas que uno dice '¿por qué las tengo que pasar?' Son injustas, sí. Pero ya se arregló y hay que agradecer.
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Julius Holt agradece después de un momento crítico. - En la publicación de la que hablamos usted cerraba con esta frase: “Qué difícil es ser deportista en este país”. ¿Qué reflexión podría hacer al respecto? - No es que ande tirando el currículum, pero si yo tengo 36 años y, supuestamente, una trayectoria que tiene que ser respetada, qué pasa con el que tiene 16 años y tiene todo el talento para surgir. Por eso digo que es difícil ser deportista en este país. No se respeta.
- ¿Llega bien a fin de mes con lo que le deja el básquetbol? - Es que depende del club donde uno esté. En Las Ánimas, por ejemplo, todos estábamos bien. Acá (San Fernando) de repente no sabes si te van a pagar o no. Los viajes son malos en algunos clubes y de repente son buenos. Eso es lo que pasa el deportista. Si te pagan al día, vas a llegar bien. Si te pagan cada mes y medio, dos meses, lamentablemente te empiezas a endeudar o a ver poco la plata. Lamentablemente, esto es año a año. Si me toca, bien. Si no, a sufrirla. Y no solo somos nosotros.
- Usted también tiene un emprendimiento de ventas de salmón y ceviche, que creó en el inicio de la pandemia. ¿Cómo le ha ido con eso? (El perfil de Instagram, aquí) - Bastante bien, pero cuando me vine acá la dejé. La tuve en Osorno y en Santiago. Es muy probable que vuelva, porque hay que buscar la estabilidad económica.
- A usted también le gusta el fútbol y es de la UC... - Aunque se enoje mi amigo colocolino Franco Morales (ríe), yo creo que vamos por el penta. Quizás no va a ser como otros años, así fácil y todo, pero la Cato, agarrando ritmo, va un peldaño más arriba. Es la oportunidad para hacer algo histórico. Aquí soy hincha, no deportista. Así que nada... Para mí, la Cato es un sentimiento.