ENTREVISTA AS

“Tres de mis amigos hoy están muertos”: la cruda historia de un chileno campeón mundial

En conversación con AS Chile, ‘Masacre’ Araneda, campeón mundial de kickboxing, cuenta su historia, sus pasos por otras disciplinas y el camino al éxito.

Vicente Madariaga

El sábado 12 de febrero de 2022, Miguel Ángel ‘Masacre’ Araneda se coronó campeón mundial de kickboxing en la categoría 70-72 kilos. Su rival fue nada más ni nada menos que Adrián ‘Tepaneca’ Domínguez, peleador mexicano que desde 2013 ostentaba el título. Lesionado y con un final de película, el peleador chileno logró noquear al local, consiguiendo su primer cinturón.

Con inicios en taekwondo, pasos por el boxeo, MMA y una vida llena de vaivenes, ‘Masacre’ nos cuenta su historia, cómo llegó al kickboxing y su camino hacia el Título Mundial del WKC, el cual, asegura, le encantaría defender en Chile, con la bandera y público local.

- Cuénteme un poco de su historia. ¿De dónde es, cómo fue su niñez y juventud?

- Ha sido un poco difícil y largo el camino. Yo me crie con mi abuelita y luego falleció, entonces fui un niño con mucha ira. Cuando chico era muy peleador y siempre tenía problemas por eso. Las artes marciales me ayudaron a controlar ese temperamento. Empecé a entrenar taekwondo con mi papá y mi tío a los 6 años. Luego, a los 10 años, comencé a competir en taekwondo y en light contact (un estilo como el kickboxing, pero sin puños en la cara) y a los 12 debuté en un ring. Era el único de taekwondo en light contact y fui subcampeón. Me quedó gustando eso y seguí peleando hasta los 14. A los 15 lo dejé, porque me fui por el lado oscuro. Recién a los 20 volví.

- Y esa etapa en la que se fue por “el lado oscuro”, ¿por qué fue? ¿La rebeldía de la adolescencia?

- Sí. La calle, los amigos, las malas juntas, la droga, el alcohol… todo eso. Tuve muchos amigos que se quedaron por ese camino y mi historia es como la de muchos. Tres de mis mejores amigos, por ejemplo, hoy no están, están muertos. Entonces ahí lo único que me quedaba era pelear y hacer deporte, que era lo que me gustaba. Por eso cuando mis alumnos me preguntan qué tienen que hacer para llegar a pelear les contesto: dejar los vicios, el cigarro, el alcohol y las drogas… con eso puedes construir tu cuerpo, tanto física como mentalmente. El otro camino no te deja nada bueno.

- Y después de eso, ¿cuándo volvió al deporte?

- A los 20, luego de hacer el servicio militar, trabajar en la construcción, trabajar de junior y terminar mis estudios en la nocturna. Pero volví al boxeo, en el Club México, que para mí era lo máximo. Ahí peleé 7 años. Llegué porque quería aprender algo de boxeo y terminé haciendo 35 peleas en siete años.

- ¿Entonces los deportes de contacto fueron, nuevamente, una vía de escape para usted?

- Sí. Mucho. Tuve una vida bien complicada en general. Con harto trabajo también. Comencé a trabajar a los 11 años de pasapelotas en las canchas de tenis. A esa edada tomando micro solo… Ahí estuve hasta los 16 todos los fines de semana, para poder tener mi plata.

- ¿Y cómo llegó al kickboxing en específico?

- Nadie me cree, pero fue como a los 23 años. Estaba de público en unas peleas organizadas por Alejandro Pino y me dijo que faltaba un peleador en 67 kilos. Como yo tenía experiencia en taekwondo y estaba entrenando boxeo, me ofrecí y así debuté en el kickboxing. Cuando entré nunca había recibido un lowkick. Cuando me llegó el primero fue tan doloroso que pensé en retirarme de la pelea, pero preferí seguir y la gané por nocáut en el primer round. Eso sí, después no me podía bajar del ring y quedé cojeando una semana.

- ¿Cómo llegó al profesionalismo?

- Estuve un tiempo peleando y entrenando MMA hasta que un día me llegó la oportunidad de debutar profesional en kickboxing, en un torneo del ‘Maquina’ Córdoba, en La Pintana. Debuté contra otro chileno y de nuevo gané por nocáut. Después me invitaron a pelear en Rosario, Argentina, donde también noqueé y luego disputé el Título Nacional acá. Ahí comenzó mi carrera más sólida y me comencé a tomar más en serio el profesionalismo. Todo esto fue en 2013.

- ¿Le cambió la vida ese paso o no tanto?

- Totalmente. Era lo mío, lo que estuve buscando por tanto tiempo. Yo debuté recién a los 30 años, entonces tenía harta experiencia en competencia. También me hice profesional en MMA y entrené en México, en la escuela del ‘Zorro’ Marroquín. Allá también conocí a Oscar Fischer, presidente del Consejo Mundial de Kickboxing (WKC) y me invitó a participar en un torneo de exhibición contra Paul Curiel, el campeón del mundo en ese tiempo. Después peleé el Título Internacional del WKC y si ganaba, podría pelear el Título Mundial del Consejo. Eso fue el 2017 y al comienzo de la pelea se me rompió la piel de la canilla. Al quinto round el médico me sacó, porque estaba sangrando demasiado. Quedé un poco frustrado, pero tuve la revancha el 2018 y gané por nocáut en el primer round.

Título Mundial

Luego de eso, ‘Masacre’ Araneda tuvo su primera oportunidad de pelear por el Título Mundial del WKC. Aunque la oportunidad era en 75 kilos y él pesaba 72, decidió competir. No obstante, asegura, fue mal preparado.

Esa vez perdió, pero fue la antesala de un objetivo que podría cumplir en febrero de 2022, cuando tuvo su revancha. El rival fue ‘Tepaneca’ Domínguez, campeón mundial desde 2013 y a quien Araneda venció de manera épica o “de película”, como él lo recuerda.

- ¿Cómo fue el camino hacia el Título Mundial?

- Me fui tres semanas antes a México y la preparación fue absoluta en la Escuela Kato’s. La adaptación a la altura es pesada y la pelea era a cinco rounds, así que había que estar bien acostumbrado. Todo iba espectacular, pero una semana antes de la pelea me desgarré en el bícep femoral. Fue un gran golpe anímico, pero con el apoyo de mi esposa y la escuela me recuperé. No llegué al 100% físicamente, pero sí con una actitud muy buena, me sentía muy fuerte mentalmente. Empezando el primer round me llegó una patada en la rodilla y se me resintió la lesión. El médico me dijo que si seguía cojeando, iban a parar la pelea, entonces había que sacar el último truco nomás, era todo o nada. Así que amagué un lowkick y cuando ‘Tepaneca’ bajó la guardia le pegué la patada giratoria con la que lo noqueé.

- ¿Qué sintió cuando ganó?

- La emoción fue inexplicable. Me levanté cojeando y me fui a mi esquina para esperar que el árbitro haga la cuenta. De repente empecé a ver que la gente se subía al ring y mi alumno, Mauricio Martínez, llorando me dijo “¡Campeón mundial Miguel, campeón mundial!”. Ahí me di cuenta. Estaba súper emocionado, más que nada por la forma en que gané, fue de película: lesionado y usando la última y única opción, porque si no, iban a terminar la pelea. Ahí empecé a pedir que dejaran subir a mi esposa, igual que en Rocky, jajajá. Ahí nos pusimos a llorar, emocionados los dos. Fue muy bonito.

- Y para todos los viajes ¿cuenta con algún apoyo económico?

- Con el tiempo, cuando te vas haciendo más conocido, empiezan a aparecer gente que te puede aportar con algo. Pero de todo lo que te he contado, mis viajes a Argentina y México, todos han sido de mi bolsillo. Con las primeras dos peleas, se me fue todo: vendí mi auto y saqué mis ahorros para comprar una casa. Pero no me arrepiento, siempre le digo a mis alumnos que hay que invertir en los sueños. Lo material va en segundo plano si cumpliste tus sueños.

Ahora sí tengo gente que me está apoyando, porque estamos en un país que es así po. Si ganas, tienes todo el apoyo, pero si no, jodiste nomás po. Pero yo soy de la idea de hacer lo que sea para conseguir los objetivos y no poner excusas. Es lo que trato de transmitir a mis alumnos también.

- ¿Puede vivir del kickboxing?

- Ahora tengo mi gimnasio donde hago clases de boxeo, kickboxing y preparación física. En los cinco años que llevamos, hemos sacado 5 campeones nacionales. Es muy bonito lo que uno logra con esto, ya sea en cuanto a los deportes de contacto, como también ayudar a la gente a mejorar su estado físico.

- ¿Cuáles son sus expectativas, metas o sueños para el futuro?

En lo personal, que mi familia esté bien, con salud y también recuperar el auto y la plata para la casa que había ahorrado jajajaja. Y en lo deportivo, me encantaría defender el título mundial acá en Chile, salir con mi bandera.

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