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Las métricas de Córdova

Los técnicos saben más de fútbol que los periodistas, que los aficionados y más que los propios futbolistas. Córdova, y muchos, suelen recordarlo con frecuencia, cuando nadie lo discute.

Las métricas de Córdova
JONNATHAN OYARZUN/PHOTOSPORT
Cristian Arcos
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Tras la clasificación reglamentaria de Chile a los octavos de final de la Copa del Mundo Sub 20, vale la pena detenerse en los progresos que muestra el equipo de Nicolás Córdova, no sólo de cara a lo que resta de su participación en el certamen, sino con el axioma que el mismo entrenador fijó antes del debut: el objetivo es aumentar la cantidad de jugadores seleccionables de este equipo para una selección absoluta.

A menudo los entrenadores argumentan un facto que es absolutamente real y que nadie discute: los técnicos saben más de fútbol que los periodistas, que los aficionados y más que los propios futbolistas. Córdova, y muchos, suelen recordarlo con frecuencia, cuando nadie lo discute: un entrenador, sin duda alguna, sabe más de fútbol que el mejor de los cronistas. Su experiencia en cancha, su formación, la responsabilidad del cargo, ni siquiera son comparables.

Despejado este punto, las evaluaciones de Córdova suelen parecer distantes del sentido común o incluso del criterio futbolístico. Y lo que es peor, quedan lejos de los resultados en la cancha. El entrenador aseguró que, de acuerdo a sus métricas, Chile hizo tres buenos partidos en la primera fase. El problema es que ganó uno y perdió dos. Es verdad, el análisis de un partido o un campeonato no radica únicamente en el resultado, pero ese factor tampoco puede despreciarse del todo. Ganar o perder un partido depende de muchas variables, algunas propias y otras ajenas, pero responden a una característica de juego. El acierto o el error no van en el mismo cajón. No son un detalle nimio. Tener diez llegadas a arco contrario y no convertir ninguna, es signo de ineficiencia. Si te llegan doce veces, tu accionar defensivo no fue del todo prolijo.

Los números, la data, las evaluaciones, son factores cada vez más importantes a la hora de tomar de decisiones y en la evaluación de los juegos, pero cuando el número se analiza aisladamente, cuando se aleja de la realidad (de la pelota en este caso), suena como un discurso que a menudo chocará con la realidad y se instala en un área difícil de comprender y que se lee antojadiza, muy cerca de una excusa.

Chile no ha jugado bien. Ha tenido ráfagas de fútbol, espacios de dominio compartido. Tampoco lo han agarrado a pelotazos ni le han dado un baile manifiesto, pero no ha merecido ganar los partidos. Quizás no perderlos, en el mejor de los casos, al menos hasta ahora. En el duelo que ganó, el rival, Nueva Zelanda, cometió errores garrafales que fueron bien aprovechados por la Roja, con un triunfo sobre la hora.

Volvamos al objetivo inicial. ¿Cuántos de estos jugadores podrían ser titulares en una selección absoluta? ¿Cuántos de estos jugadores entrarían en una convocatoria? Quizás la respuesta, aunque no nos guste, sea el inicio de un proceso que necesita ajustes urgentes y un pronto desarrollo.

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Este martes Chile enfrenta a México por cuartos de final. Ojalá gane y se meta entre los ocho mejores del Mundial, algo que pocos habrían aventurado antes del campeonato. Pero las preguntas son otras. Y las métricas, también.

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