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Se equivocó Héctor Tapia en su gestión en Colo Colo. Seguro. No creo que más que técnicos anteriores. De hecho creo que su porcentaje de yerros es bastante inferior. Pero se equivocó. Fue testarudo en las contrataciones. Armó un plantel de muchos jugadores de la misma cuerda, por eso cuando cayeron las lesiones la merma fue importante. Le guste o no, un equipo donde el promedio de edad supera los 30 años tarda en recuperarse cuando las afecciones llegan y rápidamente sufre el trajín de una campaña intensa.

Se equivocó en insistir en algunos nombres. Claudio Maldonado fue una obsesión cuya apuesta no resultó. Rechazó a algunos futbolistas de calidad que le fueron ofrecidos, como Carlos Muñoz o el Papelito Fernández, en su tiempo seleccionado uruguayo. Cuando debió consolidar un plantel, no lo hizo. Perdió una clasificación a la segunda fase de la Copa Libertadores que tenía prácticamente abrochada.

Pero también acertó Tito. La memoria es frágil, pero asumió un Colo Colo destrozado tras el funesto paso de hombres como Diego Cagna, Américo Gallego, Omar Labruna, Gustavo Benítez, que dejaron a los albos en un estado derruido. La memoria es a ratos injusta y es bueno rememorarla. Trajo a Esteban Paredes, Julio Barroso, Jaime Valdés. Consolidó a Esteban Pavez y en menor medida a Juan Delgado. Salió campeón y peleó otros dos torneos. Al menos yo no me instaló en la postura resultadista de que solo el campeón vale y todos los demás fracasan. No creo en eso.

Dicho esto, es bueno exhibir la letra chica en la salida de Héctor Tapia de Colo Colo. Formalmente, terminó su contrato y no se llegó a acuerdo para su renovación. Pero lo cierto es que no querían que Tapia siguiera. Y quizás, por respeto, la dirigencia de Blanco y Negro debió ser más transparente y decirlo con nitidez. Porque seamos claros, es muy difícil que algún entrenador serio acepte seguir cuando le piden desarmar todo su equipo de trabajo. No le estaban pidiendo una revisión. Le exigían que se quedara solo. Y eso es difícil de tolerar, a menos que la modificación de nombres y cargos provenga del propio entrenador. Y este no era el caso.

Era difícil para Tapia pararse frente a un plantel y decirle a sus jugadores que Blanco y Negro le pidió cambiar su asistente y su PF y él, sencillamente, lo aceptó, pese a no estar de acuerdo. Perdía credibilidad, liderazgo, dos rasgos fundamentales para cualquier entrenador.

Dificulto que el nuevo entrenador de los albos, venga de donde venga, arribe sin su equipo de trabajo. 

Formalmente no fue así, pero a Tito lo echaron. No le vengan con cuentos. El resto es música.