Arcos
Chile vs Chile
El principal enemigo de Chile, hasta ahora, ha sido el propio Chile. La comparación inevitable con la mejor versión del equipo de Sampaoli, la distancia entre los rendimientos individuales de algunos futbolistas y la peculiar, exótica y poco conducente distancia que se ha formado entre el plantel y la parcialidad que ha llenado el estadio Nacional.
Si Chile vence a Chile, a los fantasmas de Chile, a los miedos casi inherentes enquistados en el ambiente, el equipo mejora y puede entregar dosis de suficiencia.
Un viejo entrenador de la selección chilena me dijo una vez. "El fútbol es más sencillo de lo que parece. Los derechos juegan por la derecha, los zurdos por la izquierda, los grandes atrás y los chicos y buenos adelante". Más allá de la caricatura de esta frase, es un hecho claro e indesmentible que cuando el equipo adquiere un orden mayor y una coherencia reconocida, hace partidos cono el segundo tiempo contra México, donde se creó, por lo bajo, seis ocasiones de gol claras, nítidas, evidentes.
Achicar el margen. Esa siempre ha sido la fortaleza de Sampaoli. Merced al trabajo, conocimiento y dinámica, los equipos del casildense se convierten en cuadros competitivos con ese horizonte como lema de batalla. En el primer tiempo ante los aztecas, el diseño del entrenador fue confuso. Si ante Ecuador el rival casi no te llegó al arco propio, la razón para desarmar el bloque defensivo no tenía mucho sentido. Cambiar de acuerdo al rival, proponer algo diferente. Ninguna de las opciones justifica que Eduardo Vargas haya aparecido como extremo izquierdo, lejos de la zona donde hace daño, que Sánchez luchara más solo que nunca y que Valdivia, cuando lograba encarar, tenía menos opciones de pase.
Lo mejor del primer tiempo fue el resultado. Chile merecía irse en desventaja y terminó empatando. Consiguió esto porque posee valores individuales de tanta calidad, como un brillante Arturo Vidal, que pudo igualar un partido injusto.
En la segunda parte, vaya paradoja, Chile llegó más pero anotó menos. Ordenó su naipe. Organizó sus piezas. Isla jugó de Isla, Albornoz jugó de Albornoz, Alexis de Alexis, Vargas de Vargas. Y el equipo creció. Pudo ganar. Mereció ganar. México le pateó una vez al arco y fue gol, un tema a solucionar.
Cuando Chile jugó como Chile, cuando Sampaoli jugó como Sampaoli, la Roja debió ganar.
Párrafo aparte para la extraña protesta de algunos jugadores, como Bravo y Jara, por la escasa participación del público. ¿Si la gente canta con más fuerza Chile jugará mejor? Desde mi ignorancia, creo que no. Pero asumo que desconozco el factor anímico de un futbolista que juega por Chile.
Qué diferente fue la reacción de Gary Medel. Cuando otros se enojan con la gente, alegan, los acusan de excesiva frialdad, el Pitbull le exige a sus compañeros, a garabato limpio, despedirse del respetable, aunque la victoria haya sido esquiva.
Simplemente Gary.