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Nelson Acosta, Hugo Vilches y un partido en el sur

El vienes en la noche, en el Estadio CAP de Talcahuano, se enfrentaron los puntos extremos en cuanto a trayectorias en la conducción de planteles en Primera División. El experimentado Nelson Acosta, al mando de Deportes Iquique, visitó a Huachipato, que es dirigido por Hugo Vilches, quien recién cumple su segundo campeonato en la máxima categoría.

La enorme diferencia en experiencia en la banca se trasladó también al terreno de juego. Manteniendo su modelo de juego, los acereros desarrollaron un fútbol agresivo, de presión en campo contrario, con la última línea jugando a la altura de la mitad de la cancha, atacando permanentemente por los costados, gracias a elaboraciones simples, y sin ahorro de energía desde el arquero hasta el último delantero.

El cuadro nortino se desenvolvió en las antípodas de todo lo anterior. Fiel a su estilo (siempre ha dicho que lo importante no es atacar, sino que ganar), Acosta trazó un bloque compacto en reagrupamiento defensivo desde la mitad de la cancha hacia atrás.

Conformó dos línea de cuatro, oscilando en una distancia nunca superior a más diez metros. Pretendía sorprender a su rival en una jugada puntual, descontextualizada de la trama del encuentro y protagonizada por el tándem de atacantes, súper ahorrativos en la entrega física en pos de mantener las piernas frescas para dar el golpe letal.

Hasta el minuto 77, todo marchaba a la perfección para el ex técnico de la Selección. Iquique ganaba por 1-0 con un gol de Cristián Bogado, tras una asistencia de Manuel Villalobos, aprovechando un achique destemplado de la última línea de Huachipato, que no contó con la sincronía adecuada: uno de sus elementos no dio el paso hacia delante y el recurso defensivo colapsó.

Sin embargo, a Don Nelson le pagaron con su misma moneda. De ahí, entonces, su decepción al dejar la cancha del CAP de Talcahuano, luego de que finalmente los locales dieran vuelta el marcador y se impusieran por 2-1, por los goles del venezolano Rómulo Otero (77’) y Pancho Arrué (85’).

En dos maniobras de táctica fija (con el balón detenido), los acereros lograron la victoria, tras llevar a su punto cúlmine su modelo de juego de presión avanzada, desarrollo ofensivo por las bandas y máximo arsenal de acciones intermitentes de alta intensidad con o sin el balón. Fue como si el equipo trasladara a la cancha la sincera híperactividad del técnico Vilches en la banca local.

Gracias a dos tiros de esquina, Huachipato obtuvo la victoria. No fue por el acoso constante ni por la recuperación pronta y en terreno contrario de la pelota. Los goles fueron consecuencia de centros que vinieron desde los costados con los nortinos agrupados para defender, en superioridad numérica y con todas las de ganar para expulsar el balón desde el área. Dos jugadas puntuales, ajenas en su singular ejecución a la trama del encuentro, tal como en la apertura de la cuenta.

Viejo zorro en el arte de conducir equipos, a los 71 años, seguramente Acosta sabe que el traspié fue una reafirmación de su manera de ver el fútbol. Claro, porque Huachipato solo lo pudo batir en maniobras aisladas y no por acciones de táctica funcional (del desarrollo mismo del encuentro con el balón en movimiento). Él lo ha dicho sin pudor: “de qué sirve decir ‘yo juego al ataque’ si al final terminas perdiendo o te golean”.