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Chile juega como quiere... todavía

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Los partidos amistosos tienen un tono diferente a los duelos por los puntos. Una verdad innegable. Una verdad tan certera como que ganar siempre es bueno, para reforzar confianzas y encontrar mayores variantes.

Chile le ganó bien a Paraguay. Se lo tomó más en serio. El equipo de Sampaoli se parecía mucho más al estelar y las ausencias fueron solo por causa mayor: lesiones, deserciones, liberaciones.

En ese contexto, la Roja mantuvo esa saludable tendencia de ser protagonista del partido. Eso no siempre significa jugar bien, pero sí convertirse en el once que toma las riendas del cotejo. Chile buscó. A veces con certeza y en otras con pelotazos. Pero buscó.

Paraguay jugó con un equipo alternativo y realizó muchos cambios. En clasificatorias la historia sería diferente, eso es obvio. Distracciones de dos minutos significaron dos goles en contra. Eso comúnmente no ocurre. Siempre dio la sensación que si el equipo nacional aceleraba, la estantería visitante se remecía por completo. Esos dos goles, con todo el segundo tiempo por delante, fueron el detonante para que Chile despertara y consiguiera la victoria.

Buena parte del pleito Chile defendió con dos. Osado esquema, pero no nuevo. A Medel y Jara se les sumaba Marcelo Díaz para meterse como central. Mauricio Isla y Eugenio Mena se proyectaban por sus perfiles. Ante las ausencias de Charles Aránguiz y Arturo Vidal, Sampaoli dispuso a Matías Fernández y Felipe Gutiérrez. Y no desentonaron. El volante de la Fiorentina con una enorme capacidad de sacrificio, técnica exquisita, visión panorámica. Incluso lo vimos como en antaño: encarando, sacando el ráìpido gatillo. Gutiérrez es del gusto de Sampaoli. El zurdo fue un asistente ideal para Marcelo Díaz. Ocupaba su plaza cuando debía trasladarse a otra zona. Siempre acompañó, al nivel de convertir dos goles. Arriba Valdivia demuestra que es tan genial como intermitente. Perdió balones que generaron contras, pero ve cosas que el resto no percibe. Su pase magistral para iniciar la jugada del tercer gol lo refleja mejor que cualquier explicación. No estaba Vargas. Junior y Angelo Henríquez no registraron el peso para dudar de la titularidad del ahora delantero del Hoffenheim. Y Sánchez se reencontró con el gol, una asistencia brillante para Isla en la jugada del segundo y dosis de ese jugador diferente, distinto, enorme.

No hay que agrandarse. Paraguay no exigió mucho. Hizo varios cambios. Es un amistoso. Pero tampoco hay que achicarse de cara a las clasificatorias que arrancan en un mes. El campeón de América juega a su ritmo. Como quiere. Y esa es una buena noticia.