De Elmer a Don Arturo
Dicen que fue mi querido Luis Isla, el histórico reportero de deportes del diario La Cuarta, quien bautizó a Arturo Salah como Elmer, en relación al gruñón personaje que acompañaba a Bugs Bunny y al Pato Lucas. Claro, el entonces entrenador de Colo Colo, que llegó a Macul en el segundo lustro de la década del 80, se caracterizaba por su carácter cascarrabias. Pero también era conocido por la seriedad en su trabajo y la forma cómo marcaba el derrotero de los futbolistas a quienes dirigía.
No es extraño preguntarle a varios históricos jugadores por el mejor técnico que tuvieron en su carrera y que salga el nombre de Arturo Salah Cassani. Los campeones de América con Colo Colo 91 siempre consideraron su paso por el club como sustancial para conseguir ese objetivo con el croata Mirko Jozic en la banca. Algo parecido ocurre con la Universidad de Chile del 94-95, que tuvo al entrenador como piedra base de la formación de ese plantel que logró el bicampeonato con Jorge Socías en el banco.
Podríamos decir, con certeza, que Salah las ha hecho todas en el fútbol chileno. Jugador profesional, entrenador de menores, técnico de primeros equipos, DT de la selección, subsecretario de Deportes, presidente de una concesionaria. Ahora comienza un desafío nuevo, quizás el más empinado de todos. Tomar una ANFP que está hecha añicos.
¿La seriedad de Arturo Salah es garantía de éxito?
No. Pero ayuda.
¿Su perfil de “hombre de fútbol” asegura aire fresco y triunfo consolidado?
No. Pero ayuda.
¿Basta la figura de Arturo Salah para enmendar el camino?
Por supuesto que no.
El ex entrenador de la selección tiene buena prensa, qué duda cabe. Se la ganó a pulso, es cierto. Pero el problema del fútbol chileno es estructural y no de nombres propios. El problema del fútbol es de un modelo que no dio abasto, que golpea a diario contra intereses particulares, que llevó la codicia de los dueños de las instituciones a vulnerar las legislaciones vigentes, creyéndose por sobre la ley. Ese modelo, que destruye al hincha, a la pelota, el sentido social y la correspondencia con la afición, fue impulsado y promovido por Arturo Salah cuando estaba a cargo de Chiledeportes: las sociedades anónimas deportivas sin ningún control, a la chilena.
No le vengan con cuentos tampoco. Quienes le digan que el modelo anterior de organización era más transparente y eficaz le está mintiendo. Con esa estructura a varios clubes le pusieron ruedas y se lo llevaron para la casa, sin sanción alguna. Los funcionarios no recibían pagos, los jugadores no cobraban y les cortaban el agua de los vestuarios en plena ducha. Y no es chiste. Ocurrió. Fue verdad. Era urgente un cambio. Pero lo propuesto fue un modelo de crueldad económica extrema, que ha llevado a tener el torneo más corto del mundo, a que las asistencias bajen radicalmente y que el producto se devalué hasta tocar fondo.
Arturo Salah no la tiene fácil y lo sabe. Tiene carácter y seriedad. Sergio Jadue dejó la vara muy baja. Superar ese nivel no será complicado. Pero Salah está para algo más. Para hacer la pega en serio. Sin aspavientos.