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Cristián Arán, el vecino de Jorge Sampaoli en Casilda

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“No hemos querido cambiar de línea desde el momento que tuvimos en el club a Jorge Sampaoli, Eduardo Berizzo y Facundo Sava. Es una forma de ver el fútbol, jugar e identificarse en Rancagua”, dijo Ricardo Abumohor, presidente de O’Higgins, cuando presentó a Cristián Arán como nuevo DT del elenco celeste. Ocurrió a mediados de diciembre del año pasado.

La sorpresa fue total. El directivo optó por un hombre de la casa para reemplazar a Pablo Vitamina Sánchez, pudiendo por recursos decidirse por un entrenador más experimentado. Arán, entonces técnico de la Sub 19 de O’Higgins, haría su debut en el fútbol profesional en calidad de DT titular. Antes únicamente había sustituido a Ivo Basay, en 2011, de manera interina.

Las miradas con algo de escepticismo no mermaron la autoconfianza de Arán. “La primera sensación es de alegría, orgullo, al tener una responsabilidad importante. Hay que devolver la confianza con trabajo, tratando de estar a la altura”, respondió el estratega, quien llegó en 2007 a los cadetes rancagüinos. Fue parte del proyecto formativo que entonces implementó Sampaoli, su coterráneo en Casilda. Vivían a solo 10 cuadras de distancia. Eran vecinos y coexistían en torno a la pasión por el club local Alumni.

El estreno de Arán en el Clausura fue luminoso. Vencieron a La Calera por 4-0, en Rancagua. Además, el discurso de vértigo, presión en la salida, juego por las puntas, defensa adelantada y construcción simple en la mitad de la cancha se hizo realidad en el Estadio El Teniente.

Sin embargo, solo días después el 8-1 en contra ante Universidad de Chile, en el Nacional, golpeó hasta la médula al DT debutante. Sus postulados ofensivos fueron puestos en jaque. El empate como local contra Iquique y la dura derrota por 3-1 frente a Santiago Wanderers ratificaron la crisis.

La reacción de Arán, junto a su cuerpo técnico, resultó clave para sortear el momento adverso. Los retoques al modelo de juego, apelando a la sensatez, tuvieron un cariz defensivo. El equipo comenzó a presionar metros más atrás. El histórico capitán Braulio Leal fue el sacrificado por la dupla de volantes de contención Marquez-Fuentes. También la monserga de salir jugando a todo evento quedó para mejores días. Incluso, en algún instante, restó un delantero, agregando un cuarto mediocampista en su imperturbable 1-4-3-3.

A la postre, la adaptabilidad a la coyuntura del argentino facilitó los festejos en Rancagua. Luego del triunfo por 1-0 ante San Marcos en Arica, el equipo se estabilizó y consiguió un franco ascenso, que lo tuvo a un paso de consagrarse en el Clausura.

A pequeña escala, por cierto, Arán siguió la línea de su coterráneo Sampaoli en la Roja, quien del “Bielsismo” pasó al Juego de Posición, tras percibir que el estilo debía mutar en pos de mejores resultados. Eso sí, la coincidencia tiene que ver solo en la opción por el cambio y difiere en la línea de juego seguida. 

Cordial, de responder las preguntas a los reporteros locales por su nombre y respetuoso, el DT de OHiggins estuvo muy cerca de registrar con letras de honor su nombre en la historia del cuadro rancagüino. Pudo quedar a la misma altura de Eduardo Berizzo, artífice del primer título celeste en 2013.

En el momento, se empeñó en declararse en un estatus inferior. “Ojalá algún día consiga lo que han conseguido profesionalmente Sampaoli y Berizzo y la trascendencia que tienen ellos como entrenadores para sus equipos”, sostuvo Arán en la antesala de la decepcionante caída ante Universidad de Concepción.

Este miércoles, y frente a Iquique en la Primera Región, la historia de Arán continuará al mando de los rancagüinos en el inicio de la liguilla del Clausura. Tendrá que reconstruir anímicamente al plantel, golpeado hasta el tuétano por el título que le escamoteó la UC. Otra prueba para el vecino de Sampaoli. Tal como sucedió después del cruel 8-1 de la U.