Esta historia continúa
Ya eran varias las cachetadas que había recibido la Roja en los últimos partidos. Había que reaccionar, era urgente. Ya se había acabado la cuenta de ahorro.
Chile le ganó a Perú como local, pero ahora hay que salir a buscar puntos donde muchas veces no se ha podido y donde históricamente cuesta mucho. Ojalá que La Roja no se esté jugando la clasificación a Rusia en el último partido contra Brasil como visita porque, independiente de la fe que se le pueda tener a este equipo, es un escenario muy complicado.
Mucho se ha hablado del bicampeonato de América. Es algo para recordar con una sonrisa eterna. Pero en el fútbol, esas alegrías duran poco. Aveces ni siquiera un mes. Los objetivos cambian. Los torneos son diferentes y requieren de nuevas motivaciones. Somos bicampeones, eso nadie lo quita, pero hay que demostrarlo en la cancha.
Y eso se hace sólo de una manera, mirando a los rivales de frente, a los ojos, fijo, sin pestañear. Ni para arriba, ni menos para abajo. Siempre de frente, es la única manera. Trabajando con la tranquilidad de saberse bueno, pero con los nervios de que ahora hay muchos que quieren bajar al que está celebrando. Al que ahora quizás le tienen rabia o envidia por haber logrado sus metas. Esto es una constante competencia.
Ser futbolista requiere tener tolerancia a las críticas. Hay tantos entrenadores como habitantes de un país. Todos pueden hablar. Quienes jugaron 10 minutos en una cancha de tierra y a quienes han vestido la camiseta de su país, aunque sea una vez. El fútbol es para todos y nadie tiene por qué quedarse callado.
Quienes hoy defienden la Roja tienen una oportunidad de oro. Demostrar, y sacar a cualquiera de la discusión, que son la mejor generación de la historia manteniendo su éxito en el tiempo.
Hago un paralelo con el tenis, porque hay casi unanimidad al decir que Roger Federer es el mejor de la historia. Porque, independiente de cuántos torneos ha ganado, es quien más tiempo se ha mantenido en la cima. Y no ha perdido la clase de los grandes.
Hoy estamos ante una oportunidad: darle la vuelta a un mal momento para llevar más arriba el nombre propio de un gran equipo. Todos juntos. Ni Maradona ni Pelé habrían llegado a ser lo que son sin 10 compañeros en la cancha y varios más en el plantel.
Esta historia se sigue escribiendo.