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Quejarse de lleno (Lo que tampoco es tan malo)

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No tenían más de diez años. Eran dos niños vestidos con la camiseta de la selección chilena. La Roja acababa de ganarle a Venezuela por 3-1, volviendo a encaramarse en la tabla de posiciones hasta la zona de clasificación directa, todavía con cuatro partidos por jugar.

Pero el par de chicos no estaban felices. Satisfechos sí. Conformes seguro. Pero dichosos no estaban. El reportero de Chilevisión Noticias, Cristian Bego, los encaró en vivo y en directo. Con olfato, el periodista descubrió rápidamente las razones de la molestia. "Ganamos bien, pero terminamos jugando como Argentina, tirando la pelota para afuera y pidiendo la hora", dijeron los chicos.

¿Se percataron del cambio de mentalidad? ¿Se dan cuenta que la frase dicha por esos niños, con sinceridad total y con certeza indesmentible, refleja un cambio de mentalidad enorme, kilométrico, atómico, atlántico?

Los que somos más viejos podemos tomar esa frase con asombro y sorpresa, porque para nosotros Argentina es, fue y será una referencia ineludible. Pero para estos hinchas menores de diez años el faro es Chile. Comparan a Chile con Chile. La vara es la de los campeones de América. Le quieren ganar a todos y ojalá por goleada. Y eso me parece una buena noticia. Una maravillosa noticia.

A veces nos quejamos de llenos. Chile le ganó a Venezuela por 3-1. Lo superó en todos los aspectos del juego. El equipo de Pizzi tuvo 60 minutos brillantes, perfectos. Hizo tres goles, no le metieron ninguno y se creó, por lo menos, ocho ocasiones nítidas para inflar las mallas. Pero algo pasó después. Los cambios no resultaron. Paredes salió cuando mejor jugaba. Valdivia no entró encendido. Farra de goles perdidos. Descontaron los venezolanos, les mal anularon un gol, Bravo tuvo un par de tapadas formidables, Vidal estuvo errático y Alexis, que hizo un partido maravilloso, marró un penal que no debió patear porque no es un especialista. El sabor final fue extraño, porque parecía más angustioso de lo que insinuaba el prólogo. Pero quedarse con el final del partido solamente es como leer solo la tapa del libro, solo el tráiler de la película. Incompleto.

Nos quejamos de llenos a veces. Y eso no está tan mal. Significa que estamos cambiando de mentalidad. Que queremos más. Eso es una muy buena noticia.

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