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Acabo de leer la entrevista a Sebastián Piñera en el diario La Tercera. Para ser justos es una extensa charla donde se tocan varios temas, como el financiamiento a los deportistas, los Panamericanos 2023, el perfil de un Ministro del Deporte ante un eventual triunfo electoral. Y se habló de fútbol. Mucho de fútbol.

El candidato dice que tras ver a un Colo Colo quebrado por la justicia, decidió junto a un par de amigos desembarcar en el club para que el cuadro albo volviera a las glorias deportivas pasadas, esas que alguna vez lo tuvo en la cima del continente. Eso no es real ni preciso. Está comprobado por diversos testimonios y documentos. Sebastián Piñera y un grupo de empresarios tomaron la concesión de Colo Colo a través de Blanco y Negro SA. como parte de un plan urdido mucho antes. La privatización del fútbol era una asignatura pendiente en una trama que ya había convertido en bien de consumo la educación, la salud, las carreteras, los edificios, los cementerios, el nacimiento de nuestros hijos, la vida y la muerte. Faltaba el fútbol. En esta madeja participaron todos los sectores políticos. La derecha y la izquierda unida jamás serán vencidas anticipó hace años Nicanor Parra. Chile ha sido una muestra cabal de aquello. El antipoeta tenía razón.

Pero el plan no era sólo que Piñera entrara al fútbol. Según la ley estaba en su derecho. Sino que incluía hacerlo en Colo Colo, club del que no es hincha, como lo demuestran sus erráticas respuestas en la entrevista de La Tercera. En rigor, también está en su derecho. La participación en los clubes chilenos no exige un documento de fidelidad con el equipo donde se quiere invertir.

¿Por qué Colo Colo entonces? Por el poder. Porque el deporte es una de las mejores plataformas cuando aspiras al poder. El fútbol, el más democrático de los deportes, te permite llegar a esferas donde los discursos del libre mercado tienen sus puertas cerradas. Revise ejemplos internacionales. Macri en Boca Juniors. Berlusconi en el Milan. Horacio Cartes en Libertad de Paraguay. Piñera en Colo Colo, el club más popular del país. Todos dirigentes de clubes. Todos posteriores mandatarios.

Dice Piñera que bajo la administración de Blanco y Negro, Colo Colo sacó figuras relevantes como Humberto Suazo (inferiores en Universidad Católica, paso por San Luis, Ñublense, Audax antes de llegar a Pedreros), Matías, Fernández, Arturo Vidal, Claudio Bravo, Jorge Valdivia. Pero eso no es así. Estos cracks, porque lo son, explotaron en el período de ByN, pero fueron formados futbolísticamente bajo el anterior régimen de clubes, antes de las sociedades anónimas deportivas. Es decir, Piñera asume como propias obras de administraciones anteriores. ¿Le suena familiar?

Fui, soy y seré un crítico a la forma como se gobernaban los clubes antes de las SA. Eran un desastre financiero comprobado. Desorden total, sueldos impagos, dirigentes que se creían monarcas de los clubes, asesores escondidos detrás de una cortina pero llenándose los bolsillos de dinero y la boca de promesas falsas. Pero lo que es justo es justo. Colo Colo fue parte de un plan urdido por la clase política para privatizar el fútbol y encajarlo en este modelo.

Recuerda el ex mandatario el incidente con Marcelo Bielsa cuando no lo saludó en La Moneda. Con toda la admiración que siento por el técnico rosarino, creo que estuvo mal. La figura del Presidente de un país merece respeto republicano, aunque no te agrade o no compartas su ideología. En ese caso era mejor ni asistir al Palacio de Gobierno.

Ahora bien, si Bielsa fuera chileno y candidato a la primera magistratura, voto por él de inmediato. Su probidad no está en duda y la coherencia entre actos y discurso, entre ética y sociedad, traspasa los márgenes de una cancha. Algo de lo que carece casi toda nuestra clase política. Pero eso sería motivo de otra columna.

PD. Por algo soy orgulloso hincha Curicó, un equipo cuyos dueños somos los socios del club. Todos y cada uno. De nosotros depende mantener la democracia curicana.