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ITURRA

Hay recambio

Christian Garín debió cargar mucho tiempo con la pesaba mochila de "ser la promesa" y todo lo que eso significa. Hoy ya no la tiene y, gracias a eso, lo mejor está por venir.

Actualizado a
Hay recambio
ANDRES LARROVEREAFP

Christian Garín la ha tenido difícil. Deslumbró en un momento clave y especial. Justo cuando Fernando González y Nicolás Massú se estaban retirando del tenis y Chile quedaba huérfano de referentes, apareció el iquiqueño ganando Roland Garros junior con 17 años. Es decir, regalaba un año en la categoría. Para entenderlo mejor, Marcelo Ríos ganó el US Open 93 y Fernando González el Abierto de Francia 98 con 18 años.

Garín pasó a convertirse en la luz de esperanza de un pueblo que quería prolongar la maravillosa contingencia de tener tenistas en la elite del mundo. Suena raro, pero Ríos, Massú y González malacostumbraron a los chilenos. Fueron tres tenistas Top 10 en 15 años, algo que -salvo Lucho Ayala- ningún otro jugador de estos lados había conseguido en toda la historia.

La expectativa pasó a convertirse en exigencia. Garín, que deslumbraba como junior, no lograba capitalizar en la misma proporción como adulto. La comparación directa era con Ríos, quien comenzó a ganar de inmediato como adulto. El Tanque simplemente no podía. Y no ha sido el único: Fernando González vino a agarrar la onda en adultos recién a los 22 años.

La esperanza desmedida hizo que se acogiera la frase "no hay recambio". Una señal apocalíptica que presagiaba años de oscuridad, de infierno y tinieblas.

Garín comenzó a cargar la pesada mochila de la ilusión del pueblo. Y con ello, el tenis dejaba de ser una diversión y se convertía en un martirio. "No importa lo que haga, en Chile me harán pedazos de todas formas", dijo alguna vez.

Nicolás Jarry tuvo una confesión relevante al respecto hace un par de meses, cuando comenzaba su explosión en el circuito. Explicó que le sirvió muchísimo que Garín fuese el estandarte de la nueva generación. "La presión de ser el recambio la tenía él y no yo", dijo.

Jarry ya dio el salto. Está dentro de los 70 primeros del mundo y las expectativas son enormes porque posee una materia prima envidiable: estatura, servicio y derecho.

Garín, quien ha tenido que darse la vuelta larga a la manzana, tomó decisiones relevantes. Dejó a Nadal en Mallorca y se fue a California. Trabaja con Horacio Matta y también con Larry Stefanki. ¿Se acuerda de ese nombre? Este año, el Tanque ascendió del 400 al 200. Y va a seguir subiendo, sin duda. Su partido del viernes ante Diego Schwartzman pudo ser histórico si ganaba: porque habría sido el triunfo de un 200 contra el 15 del mundo.

La experiencia de San Juan es positiva desde todos los puntos. Más allá de las derrotas (todas lógicas, según el ranking), Garín se reencantó con la Copa Davis y volverá sediento de revancha. Nicolás Jarry se consolidó como líder, referente y también como un adversario temible para cualquier equipo de la Zona Americana y del Grupo Mundial también.

¿Y el nuevo formato? Las redes sociales arrojaron muchos lamentos porque Nicolás Jarry debió jugar dos partidos en un día. Con equipo completo eso debería ser una ventaja para Chile, que por primera vez en la historia posee dos doblistas de excelencia y dedicación exclusiva (Hans Podlipnik y Julio Peralta) y que no atentan contra la táctica gracias al aumento de la nómina de cuatro a cinco jugadores. Ya no hay que sacrificar un singlista por un doblista.

Después de lo de San Juan, se puede afirmar que "hay recambio". Y también que lo mejor está por venir.