COLO COLO
La noche soñada de Paredes: ovación, récord y una estatua
El delantero se convirtió en el chileno con más goles en la historia de la Libertadores y el presidente de Blanco y Negro propuso una curiosa iniciativa.
La alegría con que Esteban Paredes bajó del bus al llegar al estadio Monumental quizás era el presagio de una noche perfecta. Una jornada que llevaría al delantero a sumar un nuevo récord en Colo Colo y a mantener con vida a la escuadra de Héctor Tapia en Copa Libertadores.
Cuando quedaba alrededor de una hora y media para el encuentro, el atacante fue el penúltimo en ingresar al recinto: vestido de polerón blanco, un hockey del mismo color y zapatillas rojas saludó casi eufórico al Jefe de Seguridad de Blanco y Negro, Luis Urzúa.
Y ahí comenzó su propia fiesta.
Paredes, que hace unos días había sido mencionado por Reinaldo Rueda como uno de los jugadores que le quitaba espacio a los más jóvenes en la Roja, anotó dos goles que permitieron un triunfo clave ante Bolívar y se transformó en el chileno con más tantos en la Copa Libertadores (22).
Tras eso llegaron los elogios. De los 40 mil hinchas presentes, de los rivales y de su entrenador, pero fue Gabriel Ruiz-Tagle el que más sorprendió con una particular propuesta. "Si alguien merece una estatua, ese es Esteban Paredes", lanzó luego del 2-0 en Macul. "Paredes será siempre un ídolo del club y hoy más que nunca se ha convertido en nuestro goleador. Eso tiene un mérito adicional", agregó.
Minutos después, Paredes llegó a conferencia de prensa. Y aunque lanzó críticas, también bromeó como habitualmente lo hace y agradeció. "Estoy contento, feliz. Me siento orgulloso de poder pasar a 'Chamaco' (Valdés), uno de los grandes ídolos de Colo Colo y de Chile", dijo.
Pero optó por la humildad: "Hay otros jugadores que merecen una estatua. Está Caszely, 'Chamaco' y lo de las Libertadores del ‘91. Agradezco las palabras, pero todavía estoy jugando, todavía quiero darle alegrías al pueblo colocolino y a mi familia”, apuntó.
Luego volvió al camarín y salió al estacionamiento de Macul, donde lo esperaban cercanos, algunos hinchas y un par de funcionarios. El aplauso de todos, mientras pedían fotos y autógrafos, cerró una jornada que pasó de la presión a la euforia.