En una semifinal resuelta al sprint, un cabezazo de Umtiti separó a Francia de Bélgica. Puestos en la balanza, pesó más la solidez de la selección de Deschamps, que aguantó los tornillazos de Hazard, e hizo fortuna después con su ventaja. El belga del Chelsea sale de este Mundial sin el premio mayor pero con un cartel extraordinario. Conforme ha avanzado el torneo se ha ido convirtiendo en un trueno. Intentará consolarse el sábado, porque el domingo está reservado para la tercera final de Francia en un Mundial. La Francia de Griezmann, Mbappé y los decatletas que les acompañan.
Y en pleno equilibrio marcó Umtiti, en un cabezazo al primer palo en centro de Griezmann mal defendido por Fellaini. El tanto le dio a Francia la ventaja y el espacio, nutriente de su juego. Roberto Martínez maniobró de inmediato. Quitó a Dembelé, retrasó a De Bruyne y metió a Mertens, otro cargado de pólvora. Como aquello no resultó, quiso ganar el otro flanco con Carrasco frente a la cara B de Francia: un equipo con espinazo robusto y esfuerzo solidario en la protección de Lloris, empezando por Griezmann. El meta salvó un trallazo lejano de Witsel, último coletazo de una gran Bélgica, a la que quizá se le haya ido un momento irrepetible. Anduvo cerca, pero en solvencia sacó mejor nota Francia.