Arcos
El camino extraviado de Colo Colo
Antes de pensar en entrenadores, renovaciones o refuerzos, los albos deben despejar su bruma directiva, su visión de lo que quieren, sus métodos para conseguirlo.
El partido acababa de terminar en el estadio Monumental. Antofagasta había vencido a Colo Colo por 4-3 después de estar, hasta el minuto 72, cayendo por 3-1. Entre el 73 y el 78 el cuadro nortino anotó tres goles y se quedó con un triunfo épico, de esos que hacen memoria.
Consultado por el reportero de CDF sobre su análisis del partido, el volante de los albos, Esteban Pávez, aseguró que “con todo el respeto que les tengo, no nos puede ganar Antofagasta”.
¿Por qué no? Los Pumas llegaron a la cancha de Pedreros con cuatro unidades más, con la misma cantidad de victorias, con cuatro empates más y con cuatro derrotas menos que los albos. No sólo eso. Antofagasta había convertido más goles y había recibido menos. ¿Por qué entonces Esteban Pávez creía que su rival no podía vencerlos? Porque en Colo Colo la perspectiva está distorsionada. Porque muchas veces se mide con la vara histórica, donde el Cacique es superior a todos, pero se obvia aquello que es evidente: el presente de los blancos es pálido. Discreto.
El sólido Colo Colo del primer tiempo dio paso a un deslavado equipo en el segundo. El deslucido Antofagasta de la etapa inicial no se parecía en nada a la tromba de los 45 minutos finales. Decisiones acertadas desde la cabina técnica de los nortinos, baja ostensible en los rendimientos de Colo Colo, son algunos factores que explican el desenlace de este pleito. El Cacique demostró, una vez más, que su plantel es escaso en variantes y que más allá de sólidos nombres propios, no tiene un plantel poderoso. Y son los planteles los que ganan campeonatos.
Lo complicado en Colo Colo es que puede quedarse sin ninguna recompensa. Dar vuelta la llave ante Palmeiras no es imposible, pero sí muy difícil. Y en la pelea local está lejos de una clasificación directa a la Libertadores 2019. Cuando el foco está extraviado, cuando la cabeza del club es difusa, cuando se toman medidas a mínimo plazo, sucede lo que hoy acontece en los albos Buscar responsables es imposible porque la estructura no es nítida, en ningún nivel.
Dirán que es culpa de Pablo Guede porque él armó este plantel. Guede podrá decir que lo echaron antes de tiempo y que el equipo iba en vías de crecimiento. Entonces la responsabilidad es de Héctor Tapia. Tampoco lo es del todo, pues tomó un grupo que estaba eliminado de la Libertadores y clasificó a instancias que Colo Colo no jugaba hace décadas, jugando como podía con lo que tenía. Entonces los dardos apuntaran a la directiva. ¿A cuál? ¿A la de Aníbal Mosa o a la de Gabriel Ruiz Tagle? Blanco y Negro también cambió la conformación de su testera este año. O culpemos al director deportivo, a Marcelo Espina. Eso, obviamente, sería injusto pues recién asumió en su cargo. Es decir, nadie se hace responsable de la campaña de Colo Colo que va camino a quedarse sin pan ni pedazo.
Antes de pensar en entrenadores, renovaciones o refuerzos, los albos deben despejar su bruma directiva, su visión de lo que quieren, sus métodos para conseguirlo. Y después sostenerlo, para que alguien se haga responsable de las buenas y las malas campañas. Como hacen los equipos serios. De otra forma, nadie se hará cargo. Como ahora.