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Quién me ha robado el mes de abril

Son tiempos extraños. Extraordinarios. Cuando pasen los años, cuando seamos más viejos, cuando nuestros niños peinen canas, seguro hablaremos de estos meses. ¿Te acuerdas cuando el 2020 nos encerramos por meses, trabajando o estudiando desde la casa, porque una pandemia azotaba al mundo?

Quién me ha robado el mes de abril
RAUL ZAMORA/ATONCHILE

Son tiempos extraños. Extraordinarios. Cuando pasen los años, cuando seamos más viejos, cuando nuestros niños peinen canas, seguro hablaremos de estos meses. ¿Te acuerdas cuando el 2020 nos encerramos por meses, trabajando o estudiando desde la casa, porque una pandemia azotaba al mundo?

La nostalgia juega su partido en estos días. El ejercicio de rebobinar nuestros recuerdos es uno de los temas de conversación predilecto para los que amamos el deporte y el fútbol en particular. Hacemos eso porque amamos este juego. A menudo volvemos al mismo sitio, al momento en que nos convertimos en hinchas, aficionados y fanáticos: nuestra infancia. Cuando nos preguntan quién es nuestro máximo ídolo deportivo, la respuesta no se va con los más ganadores, con los deportistas que todo el planeta conoce. Es frecuente que retrocedamos al lugar donde un futbolista hizo feliz al niño que teníamos dentro. Es mi caso. Mi ídolo sigue siendo Luis Martínez, el máximo goleador histórico de Curicó Unido. Una vez mi abuelo me lo presentó a la salida de una reunión de directorio. Me quedé congelado mientras el 9 albirrojo revoleaba mi pelo. Después lo vi en el colegio, donde asistió a un torneo de fútbol pues uno de sus vecinos jugaba. Hoy cuento, aún con vergüenza descomunal, que me perdí un gol cantado con mi ídolo mirando el partido.

En estos días queremos nutrirnos de esperanza, esa fe que no encontramos en otro lado. Cuando la verdad nos golpea la cara, cuando la incertidumbre congela los anhelos, volvemos a los pocos lugares donde sí tenemos certezas: los recuerdos hermosos que nos da el deporte más lindo del mundo.

Recordamos efemérides. Son excusas para hablar de personajes o historias que en otro momento dejábamos guardadas en el cajón. Hoy tenemos tiempo. Ya no hablamos de sesudos sistemas tácticos, polémicas banales, declaraciones cruzadas que caen en un juego pirotécnico de escasa profundidad. Tenemos tiempo para honrar el centenario del nacimiento de Sergio Livingstone, recordamos con detalle los 35 años del gol imposible de Jorge Aravena, con el zurdo entrevistado en emisoras y canales de televisión. En otras circunstancias, quizás no entra en la pauta.

Hablamos de los goles más gritados. De los triunfos más resonantes. De los días en que fuimos felices. Recordamos a los que no están. Ponemos la memoria en el centro de la mesa. Quizás estos días sirvan para tomar aire, respetar a los que hicieron algo y no creer que el mundo empezó con nosotros.