Hernández
Buen viaje Margarita
Eduardo estaba feliz. Hincha fanático de Universidad de Chile había rematado en radio ADN los guantes de Johnny Herrera para darse un gusto y, de paso, ir en ayuda de los trabajadores del tenis que no tienen contrato y llevan más de un mes sin recibir ingresos al estar cerrados los clubes y las distintas asociaciones del país. En días difíciles para la gran mayoría de los chilenos, este pequeño empresario transportista, que también ha visto contraído su negocio, quiso hacer un aporte generoso y quedarse con un tesoro inolvidable.
Para que la jornada fuera redonda Eduardo esperaba recibir buenas noticias esa misma tarde de la clínica donde estaba hospitalizada su abuela. Margarita, de 72 años, estaba luchando contra un rebelde cáncer, pero agravado por un cuadro de coronavirus. Estaba de cuidado, pero nada hacía presagiar un desenlace fatal de un momento para otro. María Margarita había sido abuela, pero también una segunda mamá para Eduardo, una persona entrañable para sus hijos y responsable de su pasión por el fútbol. No era azul, hinchaba por Magallanes, club al que siguió por décadas junto a la Bandita, en el tablón, recitando formaciones y sistemas tácticos. En las últimas temporadas se hizo fan de Mark González, un “mijito rico” como le decía y al que no podía dejar de acompañar.
Este jueves, Margarita engrosó la lista oficial de fallecidos por Covid-19. Se fue prematuramente dejando un gran legado a su familia que como mínimo pero simbólico gesto recibió un video de chico Mark agradeciendo el cariño de Ña María. Y es que el deporte, en su expresión más pura, sigue siendo noble, valórico y se conecta con las más íntimas emociones. Dentro de un panorama de profunda tristeza ese hecho fue para Eduardo y su gente un pequeño tributo, una despedida con contenido, un adiós especial.
En ciertos círculos suele decirse que el deporte es una actividad secundaria, que si no existiera no pasaría nada, que no incide en la vida de las personas. En el caso de algunas personas es efectivo, finalmente se trata de un camino opcional en el más amplio sentido. Sin embargo, para quienes adoptan el deporte en cualquiera de sus formas, como cultores o simples seguidores, se transforma en algo significativo y, en muchos casos, un estilo de vida. Para Margarita ir al estadio era parte de su rutina, una actividad importante, un acto de profundo cariño, el mismo que tenía por su familia quien la acaba de despedir con honores.
En el ultraprofesionalizado mundo del deporte, y en particular del fútbol, los jugadores están cada vez más lejos. Mientras más famosos, más inaccesibles e inalcanzables. Algo inversamente proporcional a la aparente cercanía que permiten los videojuegos cuyo desarrollo nos brindan simulaciones cada vez más reales. Solo sus redes sociales y los medios posibilitan saber qué están pensando, cuáles son sus próximos pasos y todo lo que a un aficionado le interesa. Afortunadamente, el fútbol es mucho más que los grandes contratos y los futbolistas en algún momento se vuelven terrenales. Como Mark González que tuvo la grandeza de homenajear a esta abuela que dejó una huella imborrable en su familia y ahora en Magallanes. Viva el fútbol, en su sentido más original, romántico, amateur y buen viaje María Margarita, seguirás estando más presente que nunca en los corazones magallánicos y de tu familia.