Cauas
Cómo opera la ansiedad en estos tiempos
Sería lógico y hasta normal (sin entrar a discutir el concepto de normalidad) que durante este período podamos estar desarrollando algunos grados de ansiedad.
Primero, por todo lo que estamos leyendo y viendo a nuestro alrededor en relación a los contagiados, las muertes y el desarrollo de esta pandemia. En segundo lugar, y sobre todo para los deportistas (de alta competencia y aquellos que realizan habitualmente ejercicio físico), es el sedentarismo que genera dificultades, entre las cuales está la ansiedad. Y finalmente hay tercer factor generador de ansiedad: la incertidumbre por lo que vendrá.
En este sentido, ya hemos comentado anteriormente que el principal enemigo de nuestro cerebro es la incertidumbre, y cuando el cerebro no encuentra certezas o no tiene claridad acerca de lo que va a suceder en el mediano o corto plazo, se complica y se estresa, dando origen a diversos tipos de manifestaciones asociados a la ansiedad.
¿Qué manifestaciones de ansiedad pueden surgir?
Uno de los elementos a tener a consideración para intentar gestionar adecuadamente la ansiedad es observar y examinar cómo se manifiesta. En este sentido, desde la psicología del deporte se ha podido sistematizar diversos grupos de manifestaciones de la ansiedad y las ha clasificado en tres categorías:
Manifestaciones motoras: cuando la ansiedad afecta esencialmente al movimiento o ejecución deportiva. Se manifiesta en la pérdida de la coordinación fina (importante en deportes técnicamente exactos como la gimnasia), la pérdida de la fluidez del movimiento, rigidez o tensión muscular, calambres, etc.
Manifestaciones fisiológicas: cuando la ansiedad afecta a los aspectos internos de una persona, por ejemplo, aumentando la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, dificultad para conciliar el sueño, somnolencia, alteración del apetito, dolor de estómago, náuseas, cefalea nerviosa, etc.
Manifestaciones cognitivas: son las más “silenciosas”, ya que, no se observan directamente desde el exterior. Son aquellas que guardan relación con aspectos internos, como por ejemplo, incapacidad de focalización, baja de la concentración, pensamientos negativos, irritabilidad, ánimo cambiante, olvido de detalles, baja capacidad en la toma de decisiones, etc.
¿Cómo opera el mecanismo de ansiedad?
La ansiedad tiene la misión, como un radar o “dispositivo”, de rastrear nuestro ambiente y avisarnos qué amenaza o peligro se aproxima. También funciona como una bitácora, que va registrando experiencias peligrosas vividas anteriormente. Técnicamente se llama así a un estado emocional negativo en el que la amenaza no está presente, pero es anticipada por este dispositivo.
Una vez que esta etapa va ocurriendo, entra en juego la AMÍGDALA CEREBRAL, pequeño núcleo de neuronas situado en los lóbulos temporales de nuestro cerebro, que desempeña un papel crucial en la detección y en la expresión de ciertas emociones, pero particularmente del miedo y la ansiedad.
Posterior a la detección de situaciones amenazantes, la amígdala actúa como una alarma, generando las distintas manifestaciones descritas anteriormente.
¿Qué podemos hacer para gestionar mejor nuestra ansiedad?
Evitar todo aquello que pueda generar un aumento en las percepciones negativas de lo que está sucediendo alrededor. Limitar acciones que puedan afectar el estado ánimo. Poner foco o centrarse en situaciones que puedan ayudar a un estado de ánimo positivo. Reevaluar situaciones vistas inicialmente como negativas.
Lo importante es cambiar o gestionar la percepción frente a lo que pasa, evitando caer en exageraciones. Evitar la sobreexposición de situaciones que dañen el estado de ánimo.
¡Una actitud positiva genera cambios positivos en tu vida!