El ex azul que hoy trabaja en una marca deportiva: "Vi que no iba a jugar y me tiré a la fiesta"
En 2017, Miguel Coronado se retiró en San Marcos de Arica. Tuvo problemas con Carlos Ferry, presidente del club. "Terminé con pena y un poco de depresión", cuenta.
"Llevo cuatro meses trabajando en Siker, una empresa que crea ropa deportiva. Tiene a Unión La Calera, San Marcos de Arica, Magallanes y Coquimbo Unido. Estoy en producción y a veces en la tienda física que está acá en Arica. Las camisetas que más se venden son las de Paredes y el Mago Valdivia", cuenta Miguel Coronado (34). Es la nueva vida del ex mediocampista formado en la U, que a fines del 2017, con solo 30 años, decidió darle un giro a su carrera: optó por el retiro. Después también trabajó en escuelas de fútbol, organizó ligas y tuvo su propio negocio de mariscos.
El último equipo que Miguel Coronado defendió fue San Marcos de Arica. Allí jugó cinco temporadas (una en 2011 y cuatro en fila desde el 2013), sumando más de 80 encuentros y dos conquistas, pero su partida no se dio como él esperaba. Fue tan sorpresiva como dolorosa. "Tuve problemas con el presidente (Carlos Ferry), que no cumplió una parte del trato. Supuestamente me tenía que renovar por un año más y no lo hizo. Fue un acuerdo de palabra", explica el oriundo de Peñalolén. Sus palabras, en AS, saben a desahogo.
Su fallido traspaso al extranjero
En 2007, Miguel Coronado tuvo la chance de partir de Chile. Fue en medio de la negociación de la U con el Atlante por Patricio Galaz. El ahora ex volante tenía todo arreglado para fichar en el club mexicano, que buscaba un juvenil con proyección: "Yo había dado entrevistas en la televisión mexicana estando acá, porque era un hecho que me iba". Sin embargo, José Manuel Edwards, el síndico en la quiebra azul, no lo dejó partir. "Él dijo 'no, no tenemos jugadores, así que se tiene que quedar'. Me podría haber ido con 19-20 años, y con la quiebra tuve que quedarme. Hubiese sido otro el destino de mi carrera también", concluye el peñalolino.