Sin goles no hay paraíso
Podemos discutir de táctica, de estrategia, de esquema, enfocarnos en nombres propios, pero hay dos cosas en el fútbol que no han cambiado desde que se inició este deporte: se juega con once futbolistas y el que hace más goles gana.
Chile no hace goles y cualquier análisis que se haga tiene este punto como factor transversal. El último gol que convirtió la selección fue en el empate 1-1 contra Uruguay en Copa América. Después de ese gol de Eduardo Vargas, la Roja perdió 2-0 contra Paraguay y 1-0 ante Brasil en el certamen continental. Luego cayó por la mínima ante el Scratch por eliminatorias y el empate sin goles ante Ecuador. El mejor resultado posible cuando no haces goles es empatar y en esta clasificatoria a Chile no le sirve la paridad.
Ante los goles perdidos en arco contrario los entrenadores suelen argumentar que les preocuparía más la falta de ocasiones que la eficacia misma. El problema de Chile es que se genera muy pocas chances de anotar. No se pierde goles, tiene pocas ocasiones. Las alternativas se reducen a pelotas detenidas que generan algún remezón en las defensas rivales, un remate de distancia cuando se ilumina Arturo Vidal y sería todo. La ausencia en el equipo de Alexis Sánchez es demasiado relevante. Catastrófica. Las cifras y el análisis lo demuestran. El fútbol se entiende por esquemas y también por nombres propios y el tocopillano es demasiado relevante. Pero no es la única razón de la sequía. Hay un asunto de juego y sobre todo de propuesta. Lasarte es un técnico que no arriesga, que piensa en su arco primero, lo que no está mal, pero en el contexto de urgencias que tiene Chile, no cambia demasiado el escenario.
El universo de jugadores es escaso y esa es una realidad que golpea como una bofetada feroz. En otras circunstancias, un empate en Quito no era malo. Pero cuando necesitas puntos con urgencia, cuando jugaste con uno más por un buen rato, una igualdad no sirve mucho.
La sequía de goles ya es crisis hídrica. Así es difícil pensar en Catar.