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ENTREVISTA AS

“Cuando era niña no me gustaba el vóleibol; lo encontraba de débiles”

Karen Santander se ha transformado en una de las grandes figuras chilenas de este deporte y recientemente fichó por Tucumán de Argentina.

“Cuando era niña no me gustaba el vóleibol; lo encontraba de débiles”

Hija de voleibolistas y deportistas desde niña. Karen Santander en su infancia nunca se habría visto jugando vóleibol, un deporte que consideraba para débiles, muy lejano a la agresividad del básquetbol, fútbol o balonmano que ella practicaba. Sin embargo, hoy ya con 22 años es seleccionada chilena y está viviendo su primera experiencia internacional en la liga argentina.

En diálogo con AS, Santander comentó sus inicios con este deporte, su recorrido, el salto al campeonato argentino y su proyección visión de la gran legión chilena que está jugando en el extranjero.

- ¿Cómo comenzó en el vóleibol?
- Soy de Iquique, desde chica de los 5 o 6 años hice deporte. Empecé jugando básquetbol, handball, un poco de fútbol. A decir verdad el vóley no era mi deporte. Mis papás jugaron y mi profesor de educación física en el colegio fue compañero de mi mamá, pero nunca me gustó.

- ¿Entonces cómo empezó a interesarse en este deporte?
- Cuando nos cambiamos de ciudad a La Serena, no había equipo de básquet en el colegio y tenía que sí o sí escoger una disciplina, porque con mis hermanos desde chicos siempre estuvimos involucrados en deportes y folclor. Entonces, era una obligación entrar a algún deporte, y el único que había y al que mis compañeras les gustaba ir era vóley. Digamos que por ósmosis me metí al vóley. El profesor me decía que tenía aptitudes y me empezó a ir bien. Al principio no me gustaba, para nada, pero empecé a seguirlo y ahora estoy acá —Risas—. El profesor Alejandro Marín me tomó, me formó de manera más profesional y ahí comencé mi carrera deportiva.

- ¿Por qué no le gustaba?
- De niña no me gustaba el vóleibol porque lo encontraba ‘de débiles’. El básquetbol es muy agresivo, muy fuerte, muy de roce, y el vóleibol no me gustaba, pero mis papás siempre me decían ‘Karen, prueba el voley’. Me imagino que para los papás alguien que juegue basquetbol y que se pueda lesionar a cada rato, que reciba combos, que reciba golpes, debe ser preocupante.

- Y al final se enamoró de este deporte hasta el punto que ahora tuvo la posibilidad de dar su primer salto internacional a Argentina. ¿Qué significa para usted el hecho de salir a jugar al extranjero?
- La verdad me pillaron de sorpresa. Dos semanas antes de que iniciara la temporada, me hablaron y me dijeron ‘se lesionó una chica acá en el club, no puede jugar’. Necesitaban una punta… me llamaron ‘Karen, hola…’ y yo de sorpresa, porque en ese momento estaba full metida en el voleibol playa en la selección, hace tres meses no tocaba ningún salón, entonces dije ‘uff va a ser un desafío. Pero a mi me encanta jugar voleibol’, así que dije que sí, llamé a mis papás, les expliqué, llamé al entrenador de voleibol playa, todos muy felices y el mejor consejo fue darlo todo acá en Argentina y agarrar experiencia. Me puse un poco ansiosa y muy feliz, eso era todo lo que sentía. Ahora que ya estamos acá, voy a darlo todo, más que dejar en alto a Chile, porque siempre pensamos en eso los chilenos y yo creo que mis compañeras chilenas que están jugando en algunos clubes de acá igual, uno de nuestros objetivos es representar a Chile lo mejor posible, pero para mi también es la maravillosa experiencia de jugar con voleibolistas de muy alto nivel, agarrar este aprendizaje, ver si soy capaz de superar los límites que uno piensa que tiene.

- ¿Cómo han sido estos primeros días en Argentina? Adaptarse a un nuevo país, nuevas compañeras, nuevas costumbres, nuevo voley.
- Sí totalmente, acá el vóley es aguerrido, acá es garra, es todo o nada. No se mira para arriba a nadie, se tiene respeto al rival pero no lo tienen en un pedestal. Aquí es ‘vamos a ganar y ganar’, sea quien sea, vamos con todo a ganar al rival que nos toque. Eso me gusta mucho, la personalidad que tienen, la garra.

- ¿Y en lo cotidiano?
- Ha sido muy gracioso el cambio de lenguaje, yo no entiendo algunas palabras —risas—. Yo miro a las chicas como ‘¿que me están diciendo?’ Se ríen y después me explican. Ha sido muy chistoso y agradable, las chicas han sido súper simpáticas, me han explicado súper bien y nada, estoy adaptándome al calor porque acá hace demasiado.

- En los últimos años, muchas jugadoras han emigrado al extranjero, como Beatriz Novoa en Barcelona o Paula Salinas. ¿Qué significa para usted formar parte de esta generación y cómo ve a sus compañeras que ya están en el extranjero?
- Voy a ser súper sincera, la gran mayoría de los niños tiene un referente, y yo no tengo a nadie nacional, pero siempre he mirado con admiración a las chicas de la selección (...). Entonces, para mí mis compañeras que actualmente están en el extranjero, en su tiempo cuando era muy pequeña para mí era como ‘yo quiero ser como ellas’ o ‘nunca voy a alcanzar su nivel’, pero hoy en día mi metamorfosis de mentalidad y física, me hizo cree que somos seres humanos y que puedo ser igual, mejor o peores que ellas, así que voy a darlo todo y a seguir. Mi camino siempre ha sido darlo todo, enfocarlo en mí, ser competitiva conmigo misma y ahora que estoy acá en Argentina y las miro hacia al lado y las veo de igual a igual es cuando dices ‘uno nunca sabe que va a pasar en la vida’. Trabajar individualmente en mí me llevó a donde estoy ahora, y obviamente las sigo admirando por donde están, pero ya no es una admiración imposible, sino que es una admiración y respeto por su trabajo, y es el mismo trabajo que he hecho yo, así que las veo de igual a igual.