ENTREVISTA AS
“Si hubiera hecho un poquito más, me habría alcanzado para pelear un lugar en la Roja”
Guillermo Pacheco hace una profunda reflexión de su carrera en charla con AS. Además, habla sobre cómo vivió los meses que estuvo alejado del fútbol.
En charla con AS Chile, Guillermo Pacheco hace una gran reflexión. El actual lateral de Cobresal tiene una deuda pendiente que hace pública. “Me queda la espina de no trabajar un poco más para haber llegado a la Selección”. Aquella apreciación la hace extensa en esta conversación, donde habla sobre su carrera y una de las situaciones que más lo marcaron en su vida profesional: su salida de Universidad de Concepción y la soledad que sintió durante medio año.
“La verdad, no me gusta hablar de temas de Selección o de querer irme al extranjero, pero siento que siempre va a ser una espina que me va a quedar ahí el no haber tenido la capacidad de darme cuenta que en el fútbol chileno los laterales son muy escasos. Me queda la espina de no trabajar un poco más para haber llegado a la Selección. ¿Por qué no haber escuchado un poco más? Es un tema que muchos técnicos me han hablado y me han dicho: ‘¿por qué te conformaste con solo ir a las series menores?’, expresa.
- ¿Está contento con la carrera que ha hecho?
- Sí. Es un complemento, porque gracias a las cosas malas que me han pasado y los errores que he cometido, me ha hecho madurar y enfocarme en lo que hoy quiero.
- ¿Cree que se quedó en una zona de confort por miedo a dar un paso más allá?
- Sí. Y yo creo también que fue por un tema de inmadurez. Al principio estuve 10 años en San Luis y tenía al lado mi casa, estaba todo ahí. Después me fui a Concepción harto tiempo y nunca busqué ese salto de calidad para irme a un equipo de Santiago, donde las opciones son más claras. Me sentía tan conforme con lo que tenía que si hubiera hecho un poquito más, me habría alcanzado para poder estar peleando por estar en la Selección. Hoy, con 33 años, miro para atrás y pienso en por qué no hice lo que estoy haciendo en este momento cinco años atrás. Pero son situaciones y uno se da cuenta más grande. Pero todo llega a su tiempo y si se da, será un premio al esfuerzo que he puesto en mi carrera.
- ¿Se arrepiente de eso?
- No soy de arrepentirme de las cosas porque son situaciones de cómo uno está en ese momento, pero sí me cuestiono cosas. Igual, este pensamiento lo tengo desde que salí de la burbuja del fútbol cuando dejé la U. de Conce. Jean (Meneses) me preguntaba si necesitaba algo o cualquier cosa, pero los que se hacían llamar amigos, no aparecieron nunca. Cuando estás dentro, todos te piden saludos o cosas así, pero cuando estás fuera, no hay forma de que se te acerquen. Ahora, entro a la cancha y pienso: ‘A lo mejor puede ser mi último partido, así que lo tengo que jugar a muerte’.
- ¿Se desilusionó del mundo del fútbol cuando se sintió solo?
- Más que desilusionarme, me hizo despertar un poco. Muchas veces conversé con ex compañeros que son más grandes y me decían que me cuidara, que la gente se olvida cuando no estás adentro. Los escuchaba y pensaba que no me iba a pasar, pero hasta que te pasa... el futbolista ya no existe, pasas a ser una persona común y corriente. No me desilusionó porque de ser así, no habría vuelto, pero me dio una cachetada para saber que uno tiene amigos en el fútbol que son contados con la mano derecha. Los cuido y atesoro como mi familia.
- Cuando usted dice que el ser futbolista ya no le servía en el día a día, ¿qué pensó hacer?
- A mí me gusta mucho el tema de la panadería. De hecho, busqué la forma de hacer la mía y sacarme de cabeza el fútbol, pero ahí empezaron los cuestionamientos conversando con mi pareja. Me preguntaba si es que estaba seguro de alejarme del fútbol y eso me hizo pensar. En la casa llegaba a estar de mal humor porque estaba acostumbrado al día a día en el camarín, las tallas. Fueron seis-siete meses sin eso y aquello me generó un estrés al que yo no estaba acostumbrado. No quería nada con el fútbol, pero apareció Temuco.
- ¿Cómo combatía el estrés que le generaba la situación?
- Fue muy difícil. Mi pareja fue súper paciente porque los humores no eran muy buenos (risas). A veces me ponía a trabajar en la casa para hacer que pase el tiempo. Había días buenos y malos. Para mí fue como un año. Hasta yo no me soportaba a veces. Fue chocante el proceso.
- ¿En qué lo sintió de esa forma?
- Es que un día dije: ‘quiero irme de aquí’ y salí. Pero pasaron seis meses sin volver a estar donde siempre quería estar, que era en el fútbol. Los lazos con mis compañeros los había perdido, fue duro. Mi hijo me preguntaba por qué no entrenaba y eso me llegó... mi mujer tenía más convicción que yo de verme jugar, tenía más ganas que yo. Esas cosas fueron claves para volver.
- Usted veía mucho fútbol en ese tiempo. ¿Le hacía bien eso?
- Sí, ese no era el problema. El problema era que me cuestionaba el hecho de ser tan débil de mente por haberme ido. Por más que no compartía situaciones con el DT (Eduardo Acevedo), había dejado compañeros con muy buena relación. El ‘Pelao’ (Alejandro) Camargo me decía: ‘¿Por qué te fuiste? Haces falta acá’. Yo estaba tan cegado en no querer hablar o a veces ver al entrenador, que quería salir, pero era un tema que se podía revertir.
- ¿Hoy lo ve así?
- Claro, pero en ese momento no quería nada. Y fue recíproco. Ni él me quería escuchar ni yo quería verlo. No era beneficioso para nadie que yo siguiera. No quería que me vieran con cara de cu... o que alguien pensara que yo podía podrir el camarín. Corté por lo más sano. Tomé la decisión de cuidar mi salud mental.
- ¿Cruzó palabra con él? Si no lo hizo, ¿estaría dispuesto a hacerlo?
- Cuando estaba en casa pensé en llamarlo, pero después pensé que capaz no tenía sentido hacerlo en ese momento si cuando lo tuve cara a cara, podría haberlo hecho. No tuve la capacidad de decirle: ‘esto quedó ahí’ y cerrar el tema. Si lo veo en la calle, lo miro a los ojos y lo saludaría como un caballero.