Milagro de verano
La última vez que una Selección Chilena Sub 20 clasificó a un Mundial de la categoría fue hace 10 años. El 2013, la generación dirigida por Mario Salas accedió a la cita planetaria que se jugó en Turquía, alcanzando los cuartos de final. Era el equipo de Nicolás Castillo, Ángelo Henríquez, Cristián Bravo, Igor Lichnovsky, Cristián Cuevas, César Fuentes, Valber Huerta, Felipe Mora, Nicolás Maturana, Diego Valdés, Claudio Baeza. Más allá de la altura que hayan alcanzado en sus respectivas carreras, la mayoría de ellos afrontó dicho certamen clasificatorio con experiencia en sus primeros equipos. No con minutos, no con partidos. Con temporadas en el cuerpo.
Desde esa fecha, la Roja no clasificó en las ediciones 2015, 2017 y 2019. Hoy está disputando el sudamericano de la categoría y al cierre de esta columna suma un empate ante Ecuador (partido que debió ganar y no supo hacerlo) y una demoledora caída ante Uruguay.
Si revisamos la nómina de este equipo veremos que apenas un par tienen más de veinte partidos en Primera. Pocos, muy pocos, pueden considerarse titulares en sus equipos. Más allá de los errores manifiestos exhibidos por los jugadores y decisiones erráticas emanadas desde el banco, hay un asunto que supera esta generación. El trabajo en menores en Chile sufre una de las peores crisis de su historia, más allá de si este equipo que dirige Patricio Ormazábal logre o no la anhelada clasificación.
Es cierto, la pandemia golpeó con dureza la actividad y este grupo de jugadores se saltó un período clave en su proceso formativo. Pero la pandemia afectó a todos en el mundo. No es en sí mismo un argumento de peso. Porque no todos decidieron cerrar los torneos de inferiores. No todas las competencias miraron con desdén a sus inferiores. No en todos los países lo primero que hicieron, en pandemia, fue despedir a los entrenadores de juveniles. En Chile se tomaron magras decisiones, egoístas, livianas, de corto plazo, en el área más importante que tienen los clubes: las divisiones inferiores.
En el papel, el grupo de Chile es accesible. Al menos mucho más que el grupo del frente. Es más difícil quedar fuera de la siguiente fase que dentro. El campeonato es largo y aún las opciones de clasificar existen. Pero que las nubes no tapen el bosque. Clasificar es un objetivo puntual que ojalá se logre. Pero por algo Chile no ha clasificado a un Mundial juvenil en una década. Eso ya no es problema de una generación o un entrenador de turno. Es de quienes siguen tomando malas decisiones, una y otra vez, sin agotarse.