Arcos
El Matador de Wembley
11 de febrero de 1998. Uno de esos días que no se pueden olvidar. Para los que somos futboleros, la pelota va marcando nuestra biografía.
11 de febrero de 1998. Uno de esos días que no se pueden olvidar. Para los que somos futboleros, la pelota va marcando nuestra biografía. La línea de tiempo la marcamos con esos partidos imborrables, sean victorias enormes o derrotas que calan en el alma.
No vi el golazo de Marcelo Salas hasta varias horas después. Ese mismo día tocaba U2 en Chile por primera vez. Una banda enorme que venía en un momento donde su evidente decaída musical era apenas una insinuación. Aún estaban arriba. Tenía Entrada en galería. Había que llegar temprano al estadio. No era fácil sacrificar el partido entre Inglaterra y Chile que se jugaba en Wembley.
Con los audífonos instalados y la radio sintonizada, grité el primero. Escuchaba a los narradores y describían una belleza. Quienes esperaban el concierto me preguntaban detalles. De Salas. Gol de Salas, les conté. Eran otros tiempos. Ganar en Europa era impensado. Hoy no es así. El tiempo a veces transcurre para mejor.
Segundo tiempo y se repite la escena. Penal, grité. Y los vecinos de galería seguían atentos a mi relato. Grité el gol alargando el festejo. Un espontáneo Ceacheí se escuchó muy fuerte cuando les anuncié que el partido había terminado.
El concierto fue un cañón. Mezcla de canciones nuevas, que nos obligábamos a seguir, con clásicos estelares de los irlandeses. Un show que yo jamás había visto. Llevaba dos años en Santiago. Los conciertos eran un mundo que recién estaba conociendo.
Las luces se apagaron. La música jamás dejó de sonar. Pasaron algunos minutos. Tres o cuatro, no más. La pantalla gigante se encendió y la imagen del Coto Sierra nos avisaba la sorpresa que U2 nos regaló a los asistentes. Ahí, en pantalla gigante, con Bono, The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton ataviados con la camiseta de la selección chilena, vimos el brinco equilibrado de Marcelo Salas, el latigazo de zurda, una acrobacia perfecta, un golazo maravilloso. El estadio estalló. Acto seguido, Marcelo Salas encarando al defensor Sol Campbell. Le muestra la pelota, se la esconde, gambetea, sale por el otro costado. Penal. Ejecución perfecta. U2, irlandeses, cada derrota de Inglaterra es un gustito mayor para ellos. Y para nosotros, chilenos que aún ganábamos poco, era una noche celestial. Perfecta.
Dios es guionista de fútbol. 15 de noviembre del 2013. Chile vuelve a jugar contra Inglaterra en Wembley por segunda vez. Otra vez gana 2-0. Dos goles de Alexis Sánchez, un futbolista que creció admirando a Marcelo Salas más que a cualquier otro. Esa noche el Matador estaba en el estadio. Ya retirado, recibió un homenaje. Todavía era el máximo anotador en la historia de la Roja. El propio Sánchez necesitaría cuatro años para superarlo.
Esa noche de noviembre estuve en Wembley. Como dice un amigo mío, gracias fútbol. Entrevisté a Marcelo Salas. Cuando terminó la charla subió a la tribuna. Antes de tomar la escalera, un corpulento hombre lo detiene. Se dan un enorme abrazo. Era Sol Campbell. Esta vez sí logró detenerlo, pensé.