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Goles sagrados

Goles sagrados
Aton

¿Cuál es el gol que más gritaste en tu vida? Gritar un gol debe ser el acto más sincero que podemos realizar. Nadie te enseña a gritar un gol. Simplemente sale, fluye desde lo más profundo de ese sentimiento irracional que es el amor por la pelota y los colores de una camiseta. Pocas cosas festejamos más que un gol. Ninguna, en realidad. Ni un 7 en el colegio, ni la graduación, ni los sacramentos de la Iglesia. Nada. Volvemos a ser niños, espontáneos. Un grito de gol no se puede fingir, es imposible de simular o de recrear. No se actúa. Nuestros rostros se desencajan y no nos importa. Las extremidades pasan a ser la extensión de nuestras venas inflamadas. A menudo lo acompañamos con un garabato, no sé por qué.

Nada se compara con gritar un gol.

El periodista Patricio Abarca reúne algunos de los goles más importantes en la historia del fútbol chileno en su libro Goles Sagrados. Hay goles que se gritan porque resaltan una victoria histórica. Otros por su manifiesta belleza. Otros porque destacan un momento en nuestra propia biografía. Fijando como subjetivo límite el año 2000, Abarca repasa el gol de tiro libre de Leonel Sánchez a la URSS por los cuartos de final del Mundial del 62. Un golazo que fue convertido por el zurdo y también por Julio Martínez y su inmortal concepto, justicia divina. Eladio Rojas y el gol, algo reboteado, con que la Roja de Fernando Riera se subió al podio en ese mismo torneo. El de Carlos Caszely a Emelec, donde eludió a cuanto rival se le cruzó en la ruta, le hizo un túnel al arquero y entró a la portería, con balón y todo. El estadio coreó “se pasó, se pasó”. Está el gol iluminado de Elías Figueroa. El cielo se abrió un día nublado en Porto Alegre para alumbrar al mejor jugador chileno de la historia, quien con un certero cabezazo le daba el primer título brasileño al Inter. La chilena de Sandrino Castec, ante Argentina campeón del mundo batiendo a Ubaldo Matildo Fillol, el mejor portero del planeta. Patricio Yáñez a Paraguay en Asunción, los goles del Trapo Olivera por Cobreloa ante Nacional y Peñarol. Los dos de Juan Carlos Letelier a Brasil en el inolvidable 4-0 sobre Brasil en Córdoba por la Copa América de 1987. El Mortero Aravena y su imposible gol de tiro libre a Uruguay. Marcelo Barticciotto a Boca Juniors y Luis Pérez a Olimpia, en el trayecto del Colo Colo campeón de la Libertadores 91. Iván Zamorano y el título del Real Madrid. Marcelo Salas y su infinito gol a Inglaterra en Wembley. Reinaldo Navia, cuando Chile derrotó a un estelar equipo argentino en Londrina y los dejó fuera de los Juegos Olímpicos.

Este tipo de recuentos nos invita a recordar, por ejemplo, goles muy gritados después del 2000. Fabián Orellana a Argentina, Mark González a Suiza en el Mundial de Sudáfrica, Charles Aránguiz eliminando a España, campeón del mundo, en Brasil 2014. El Huaso Isla a Uruguay en la Copa América del 2015, los penales de Alexis Sánchez y el 'Gato' Silva para gritar campeón del continente, Eduardo Vargas a Liga de Quito en la final de la sudamericana.

El mío fue el 27 de octubre del 2008. Centro de Juan José Albornoz, cabezazo con pique a tierra de Rodrigo Riquelme. Curicó subía por primera vez a la división de honor del fútbol chileno. Mi abuelo, dirigente ad honorem del albirrojo por 35 años, había muerto pocos meses antes, sin cumplir el sueño de su vida: ver al Curi en Primera. Lo grité hasta desgarrar el alma, hasta que se escuchara en el Cielo. Nunca gritaré un gol más que ese.

Ese es el mío. Y para ti ¿cuál fue el gol que más gritaste en tu vida?