CHILENOS POR EL MUNDO
El triste desplome de las ventas del fútbol chileno a Europa
El 2018 no hubo ninguna transferencia de Chile a una liga europea. Un negro registro que sólo había ocurrido una vez en la última década, y que no da luces de reactivarse.
Europa se olvidó de Chile. Ya no nos ven. Si hace unos años era normal anunciar la salida de un jugador del torneo local a una de las ligas más importantes del mundo, el escenario actual está muy lejos. Durante el 2018 ningún jugador fue vendido desde el campeonato nacional al viejo continente. Ni siquiera un préstamo o una figura joven.
La caída no fue libre. Las señales se fueron dando en los últimos mercados de fichajes. El 2016 tampoco hubo ninguna venta, y el año pasado se retomaron los movimientos con dos traspasos menores a nivel de precio: Guillermo Maripán al Alavés (1,1 millones de euros) y Simón Ramírez al Benfica B por 700 mil euros.
Las razones del declive son varias. Por un lado: el pésimo rendimiento de las selecciones menores, el discreto nivel de la competencia local y el rotundo fracaso de los equipos nacionales en las copas internacionales. Por otro: México. Allá emigraron todas las figuras de la competencia local en las últimas temporadas.
Así fueron desapareciendo los traspasos hasta el otro lado del charco. Han pasado tres años desde que Católica vendió a Erick Pulgar en 3,5 millones de euros, y cuatro años desde la última gran ventana de transferencias. El 2014, Charles Aránguiz fue vendido al Udinense (4 millones de euros), Nicolás Castillo al Brujas (3 millones de euros), Igor Lichnovsky al Porto (1,8 millones de euros), Pablo Hernández al Celta (1,6 millones de euros) y Enzo Roco al Elche al Elche (750 mil euros)
Fue ese año donde se produjo el quiebre. El momento donde el país dejó de ser un mercado atractivo y confiable, y quedó cada vez más relegado por detrás de las potencias Brasil y Argentina, pero también de Uruguay y Colombia. En el mismo momento donde la selección chilena construyó el equipo que le daría luego dos títulos de Copa América, el producto local quedó reducido al piso.
La mitad dorada
La distancia es brutal respecto a la primera parte de esta década. Si el 2010, la U vendió a Marco Estrada al Montpellier, las transferencias se multiplicaron el 2011. Medel al Sevilla (3 millones de euros), Colo Colo a Cristóbal Jorquera al Genoa (1,8 millones de euros), Diego Rubio a Sporting (1 millón de euro), Felipe Seymour al Genoa (1,8 millones de euros), Lucas Pratto al Genoa (2,8 millones de euros) y Carlos Labrín de Huachipato al Palermo (1,4 millones de euros).
A comienzos del 2012, la venta de Eduardo Vargas se transformó en récord: 13,7 millones de euros de la U al Napoli. Pero no fue el único registro histórico. Esa temporada se produjeron otras ocho transferencias. Pablo Contreras emigró al Olympiacos (200 mil euros), Emanuel Herrera pasó de la Unión al Montepellier (2,5 millones de euros), Felipe Gutiérrez (2,8 millones de euros) y Stefano Magnasco al Groningen (750 mil euros).
SIn embargo, fue la U la que monopolizó los movimientos. El título en la Copa Sudamericana impulsó la venta de Vargas, y las semifinales en la Copa Libertadores terminó por cerrar un ciclo histórico. A mitad de año partieron Junior Fernandes al Leverkusen (4,7 millones de euros), Marcelo Díaz al Basilea (3,1 millones de euros), Matías Rodríguez al Sampdoria (3,1 millones de euros) y Ángelo Henríquez (5,5 millones de euros).
La ventana del 2013 comenzó la curva descendente. En enero partió Francisco Silva al Osasuna (1,2 millones de euros) y a mitad de año se fueron Lorenzo Reyes (900 mil euros) y Brian Rodríguez (1 millón de euros) de Huachipato al Betis. Por último, Cristián Cuevas fue transferido de O'Higgins al Chelsea (1,9 millones de euros).