A dos meses de cumplir 70 años, Eduardo Artés aún recuerda cuando jugaba fútbol en 'El Tambo' , su localidad de origen: "Teníamos una cancha tipo potrero y jugábamos a pies pelados", cuenta en diálogo con AS. El candidato presidencial de Unión Patriótica, ya oficializado por el Servicio Electoral (Servel) para estar en la primera vuelta de noviembre, accede rápidamente a esta entrevista para hablar sobre políticas deportivas : "Hay cosas que se deben terminar", avisa. Situaciones que él, como profesor de escuela básica, vivió en terreno.
Antes de reflexionar sobre sus proyectos, Artés revive: "Cuando yo era niño, vivía en el campo. Nos pasaban una pelota de cuero durísima y media mojada. Ni te imaginas cómo nos quedaban los dedos. Era una pandilla corriendo detrás de la pelota, con muchas ganas. Lo recuerdo como algo fantástico. Cuando fue el Mundial del 1962 se organizaron todos los pueblos y cada uno representó a un país. La sede fue en Requegua y la gente llegaba a caballos, en tractores y en carretas. Lo divertido es que el lugar solo tenía dos Carabineros y a veces, en el tercer tiempo, se armaban unas peleas (ríe)". El dirigente social va por su segundo intento a La Moneda.
- ¿En qué posición jugaba? - Yo jugaba por la izquierda. En ese tiempo se llamaba wing izquierdo. Entonces te puedes imaginar que siempre he andado por la izquierda, hasta para patear la pelota (ríe). Corría todo el rato. No había mucha técnica, pero eran las ganas.
- ¿Dice que el deporte iba de la mano con la organización política? - Absolutamente. Los latifundistas, de derecha, ocupaban muy bien eso para acarrear votos. Por ejemplo, en momento de elecciones, regalaban juegos de camiseta, balones y cosas de ese estilo. Después se olvidaban obviamente. En el recibimiento de los partidos llegaban con canastas de empanadas para repartir a la gente. Ese cohecho era increíble en el campo. Y las organizaciones populares, como yo, que vengo de una familia de izquierda, también aprovechamos esa instancia para mantener y desarrollar vínculos con la gente.
- ¿Sigue algún tipo de deporte? - No soy muy dado a ver las competencias deportivas, porque tengo una contradicción con el tema del negocio. El deporte debiese ser menos comercial. No estoy en contra del desarrollo de equipos y de un deporte de espectáculo, pero en Chile no veo una política deportiva. La cantidad de jóvenes que se pierden en las escuelas populares es gigante. Te voy a dar un ejemplo: yo trabajé 33 años en Cerro Navia, realizando clases, y no había profesor de educación física. Se la daban a quién les sobraba unas horas, casi como un castigo. Por mucho empeño que le ponga el profesor, eso terminaba en unos cuántos ejercicios y en unos juegos con pelota. Eso debe terminar. Tiene que existir una cantidad de profesionales en todas las escuelas populares. Por eso tenemos el resultado que tenemos. En Tokio tuvimos cero medallas. Es un récord poco grato.
Artés y la infraestructura deportiva en Chile - ¿Y en infraestructura? - Los chiquillos de escuelas populares ya vienen con unas cazuelas menos. Y la infraestructura es deficiente, si es que existe. Normalmente no existe nada. A veces los profesores tienen que hacer rifas para comprar unos cuántos balones. El equipamiento es precario. Nosotros, como programa democrático, popular y de izquierda, pensamos que el deporte debe jugar un papel trascendental. Aquí siempre se habla de combatir las drogas, pero los cabros no tienen una vida intensa, donde puedan desarrollar conductas sanas de vida. Además, nosotros proponemos que todo el mundo laboral, desde la industria privada hasta lo público, tengan programas deportivos de educación física. Que el dotar e impulsar esas actividades sea una obligación. Recuerdo que cuando en las escuelas hacíamos campeonatos internos, era impresionante cómo se activaba el compañerismo. Se apoyaban, se amargaban y lloraban cuando perdían. Hay una cuestión muy importante, pero que no tiene que ver con el mercado. El mercado está preocupado de otras cosas.
- ¿Su idea es fomentar diversas disciplinas? - Hay que colocar en movimiento a la población. Los colectivos territoriales decidan qué deporte llevar adelante. Incluso, movilizarlos a ellos en la construcción de la infraestructura. Si uno saca la cuenta y contrata una empresa para emparejar un terreno, hacer las galerías, las duchar y los arcos, en lo que sea, es una barbaridad. Pero si se moviliza la gente, será un aporte. Quizás con la mitad de los recursos, podrás hacer el doble de la infraestructura que si se lo entregas a la empresa privada. De acuerdo a sus necesidades, los pobladores pueden elegir. Hoy tenemos el famoso Ministerio del Deporte. ¿Cuántas lucas tiene ese Ministerio, cuántas se quedan en el aspecto administrativo y cuántas llegan realmente a dónde corresponde? La participación de la gente es fundamental.
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- El alcalde Jorge Sharp plantea que todo el proceso de construcción de un recinto debe ser conversado con los barrios, como algo indispensable. Involucrando a la ciudadanía... - En eso voy a estar de acuerdo con Sharp, porque es así. Es una realidad. Incluso, los cambios que reclama Chile en todos los ámbitos dice relación con el protagonismo del gigante, que es el pueblo. Si no es así y vienen un par de ángeles desde el cielo que hacen los cambios, el pueblo no los va a sentir como suyos. No los va a cuidar ni desarrollar. Necesariamente la gente tiene que involucrarse. Y quiere. Hay una actitud solidaria. Es la única manera que sea algo estable. Necesitamos una política multisectorial. Por ejemplo, los recintos escolares, después de las horas de clases, deben estar al servicio de la comunidad. Necesitamos un plan de integración con la ocupación racional y efectiva de todos los recursos cuando existen.
- ¿Y los recintos deportivos de las Fuerzas Armadas? - (Ríe) Nosotros pensamos que las Fuerzas Armadas hay que refundarlas. No dan el ancho, porque son elitistas, cuartelarías y parásitas. Necesitamos unas Fuerzas Armadas integradas a la vida del pueblo. Por ende, necesitamos que participen en unión con ellos en lo deportivo, social, cultural y productivo. Tenemos otra idea de Fuerzas Armadas y ahí entra lo que preguntas. No puede ser algo separado. Esos recintos son utilizados por ellos, o inclusos solo por la oficialidad.
- Recién mencionó al Ministerio del Deporte. Varios candidatos, como Sebastián Sichel o Franco Parisi, han coincidido en que el ministro debe ser un ex deportista . ¿Lo ve así también? - Eso es demagogia pura. En todos los ministerios necesitamos a alguien comprometido con el proyecto de refundación de Chile. Es decir, con una política deportiva. El problema no es si no sabe patear una pelota, el tema es con qué idea están comprometidos. Tuvimos como ministro de Salud a (Jaime) Mañalich y no sabía que la gente vivía hacinada. Llegó a plantear que el bicho se pondría buena persona. Si hubiese un trabajador comprometido con la realidad del país y con los deseos de cambios, él tiene que saber cuál es la orientación del ministerio. Y después están los técnicos: ahí tienen que estar los deportistas. Ahora, si se da el caso, que es alguien con una justa valorización política y además es deportista, extraordinario.
Sociedades anónimas y fútbol en TV abierta: las ideas de Artés - Usted hablaba del deporte como modelo de negocio. Hay un proyecto que busca cambiar la ley de Sociedades Anónimas de fútbol para que los socios tenga un 51 por ciento de la institución. ¿Le parece una buena idea? - Yo creo que deberían tener el 100 por ciento, así de simple. Cuando se inició, el fútbol representaba a gremios determinados y grupos de trabajadores. Era un deporte de clases. Por ejemplo, Santiago Morning obedecía a los choferes. Yo entiendo que hay cosas de espectáculo, pero, aun así, deben estar bajo la dirección de los socios. Hay que dar una orientación a los clubes para que tengan un rol social.
- Carlos Maldonado decía en AS que sin el fútbol en TV abierta pocos hubiesen podido ver al Colo Colo del 1973, y que el Estado debía hacer un esfuerzo para transmitirlo en canal público. ¿Qué opina? - Yo creo que todo debe estar al alcance de todos. Si el pueblo goza con el fútbol, por qué no puede verlo de forma masiva y gratuitamente. Al menos, a través de los canales. Porque, a mi juicio, el tema de las entradas deber estar garantizada para organizaciones sociales. No solamente para la compra y venta. Hay que tener una relación para que los jóvenes, deportistas, gente de los barrios, tengan un acceso fácil. Necesitamos incentivos para que ellos se sientan parte. Quizás con cupos o precios rebajados, porque yo sé que el fútbol tiene que financiarse. Vivimos del capitalismo, no hemos llegado a superarlo. No lo vamos a superar en un par de años, ni en un gobierno popular de forma inmediata. Pero debe ir avanzando. No sé cómo hacer la ecuación, pero hay que iniciar un camino en esa dirección.
- ¿Cómo se vivía el deporte en la Unidad Popular? - Era una cosa muy popular, justamente. La gente iba a los estadios y los precios eran accesibles. La gente quedaba afuera. Y a nivel de poblaciones, hubo un incentivo muy fuerte. Por primera vez los clubes deportivos tomaron un rol social y entendieron que estaban más cercanos a la vida comunitaria, no como un ente distinto. Si estaba la Junta de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), estaba el club deportivo, la junta de vecinos… todos formaban una coordinación. Hubo una integración del deporte al resto de las actividades.
- ¿Tiene simpatía por un equipo de fútbol? - Cuando era bien niño, me gustaba Colo Colo. Así de simple. Ahora no es que no me guste, pero me he alejado de esta cosa comercial tan terrible. Yo tenía un tío viejo que era uno de los fundadores de Colo Colo. Él cantaba ‘como el Colo Colo no hay’. Había una identificación social. Los que eran de Universidad Católica, eran de una forma. Los que eran de Universidad de Chile, eran más intelectuales. Y está bien, no critico eso. Solo que representaba algo.
- ¿Qué club es mayoría dentro de Unión Patriótica? - (Sonríe) Hay de todos. A veces, cuando termina una reunión, algunos conversan, pero fraternalmente, porque los trabajadores, campesinos y pueblos originarios no podemos dividirnos por tal o cual club. Tenemos intereses comunes. Podemos abrazar con mucha pasión un equipo, pero antes somos habitantes del país que queremos refundar.