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Entrevista AS

"Me decían 'cómo vas a tener depresión si eres futbolista, tienes auto y buena plata'"

Leandro Reymúndez se reencontró con su esposa e hija, a quienes no veía hace más de dos meses. En medio de esa etapa, la pena atrapó al ariete de Iberia. Pero hoy comienza a sonreír.

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"Me decían 'cómo vas a tener depresión si eres futbolista, tienes auto y buena plata'"

Leandro Reymúndez (29) vuelve a convivir con las sonrisas. El futbolista de Iberia, que en mayo confesó que tenía depresión por estar lejos de su familia, reconoce que se está sanando. La razón es clara: su esposa e hija, a las que no veía desde que partió de su natal Uruguay para integrarse al club de la Segunda División, pudieron ingresar a Chile a principios de junio, a pesar del cierre de las fronteras. El ansiado reencuentro acabó con la tortura del delantero.

"¡Papi! ¡Te estaba extrañando!", se escuchó en una de las entradas del terminal aéreo de Los Ángeles. Era la pequeña hija de Leandro Reymúndez, que no dudó en correr a los brazos de su padre. Más atrás venía la mujer del ariete, con el equipaje. El cariño, era que no, se desbordó. "Después de haberla pasado tan mal, fue una alegría enorme. Como que me volvió el alma al cuerpo en ese momento. Jamás lo voy a olvidar. Fue muy hermoso", expresa el jugador a AS.

Reymúndez se reencuentra con su hija y esposa.
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Reymúndez se reencuentra con su hija y esposa.

- ¿Hace cuánto que no veía a su familia?
- Dos meses y medio, más o menos. Parece poco por un lado. Pero les parecería poco a las personas que están bien mentalmente. Yo no estaba bien de la cabeza. Ya no lograba encontrar la felicidad por ningún lado, estaba muy angustiado, muy triste. Ya no comía. Hasta no veía con claridad. Como que vivía en una burbuja. Por eso empecé a pedir ayuda. Sinceramente, no me conocía. Me sentía cada vez peor, y tenía miedo de seguir empeorando y no poder manejar la situación, encima estando solo. No todo fue malo en los dos meses y medio, pero las últimas dos o tres semanas fueron las más feas.

- ¿Qué pasó en usted para que diga 'ya, quiero hacer pública mi situación. Necesito ayuda'?
- Cuando me enteré del cierre de fronteras, empecé a enviar correos (a la embajada), explicando mi situación, ya que estaba trabajando y no venía de turista. Llegó un momento en el que ya no soportaba la situación, porque no me conocía directamente. Obviamente lo hablé en el club, porque se daban cuenta de que yo no estaba bien. Me empezaron a preguntar qué me pasaba. Hubo muchos días en el que lo negaba y no quería contar nada. Llegaba al departamento y era una esclavitud estar acá. Y bueno... yo soy muy creyente, y todos los días, al levantarme y al acostarme, le pedía a Dios que por favor me ayudara. De la nada, se me ocurrió agarrar Twitter y empezar a escribir. Lo escribí rápido, sin pausas, y tal cual lo que sentía. Cuando le di el OK para mandarlo, solo dejé el celular al costado y me quedé un rato con los ojos cerrados. Y empezó a sonar de tal manera que me sorprendió. En menos de 20 minutos me estaban llamando desde la embajada de Chile en Uruguay. Fue un milagro.

- En su mensaje en Twitter, usted decía que su hija no lo quería ver por videollamada, porque le hacía mal. ¿Qué pensaba en ese momento?
- Eso fue lo que me empezó a poner muy triste, porque obviamente estaba extrañando. Pero hablábamos a diario. Ella decía todo el tiempo que quería venir y yo le explicaba la situación. Tiene cuatro años, pero entiende todo. Lo venía entendiendo, pero siempre decía que quería venir. Ya las últimas semanas no quería verme. El día que mi señora me llamó y me contó que mi hija no quería verme, ahí me dio impotencia, rabia. Me empecé a sentir muy triste. Como que me sentía preso, de no poder irme a Uruguay y de no traer a mi familia. Mi cabeza era solo angustia, tristeza. Me levantaba con dolor en el estómago. Cada día se me hacía peor. No comía. Lo poco que comía, me caía mal. Ahí empecé a hablarlo con el cuerpo técnico de Iberia, que estuvo a disposición todo el tiempo. Pero ya había un momento en donde nadie podía ayudarme, y fue que me lancé por Twitter.

- ¿Y su esposa cómo la pasó?
- Yo creo que obviamente ella quería venir también, pero estaba allá con nuestra familia. Con sus papás, con los míos. Ellos estaban preocupados y ansiosos para que me puedan ayudar. A mi papá lo llamaba todos los días llorando. Él esta grande de edad. Estábamos muy tristes. Por suerte, hoy estoy un poco mejor, disfrutando de la familia, y tratando de levantar el nivel físico, mental y técnico en lo deportivo.

- Me comentó que casi no comía. ¿Cuántos kilos bajó en este tiempo?
- Aproximadamente cinco kilos. Para un deportista es mucho. Me veía muy muy flaco. A nosotros no pesan todos los días en el club. Por suerte, ya los recuperé. Estoy contento, pero falta. No me veo al 100 por ciento, ni física ni mental ni técnicamente para rendir. Lo que me pasó, ahora me está pasando factura, aunque estoy mejor, feliz. Tengo confianza de que todo va a volver a como era antes y que podré rendir de la manera que quiero.

- ¿Cuánta gente cree que lo habrá llamado en estas semanas?
- Es impresionante la gente. Estoy muy agradecido de todas las personas. A mis colegas, los jugadores de fútbol, a personas x que también me contaron sus historias, dándome ánimo, haciéndome ver que lo que me pasa es algo normal, entre comillas, y que le pasa a mucha gente. El tema es que a veces la gente no lo comparte o tiene miedo a que digan algo feo de uno por sentirse así. Pero me hizo dar cuenta que hay mucha gente que pasa por lo mismo y que siempre hay personas que quieren ayudarte, aunque ni siquiera te conozcan. Hasta el día de hoy tengo mensajes sin leer. Pido disculpas a las personas que no he logrado contestar.

- ¿Qué fue lo que lo hizo seguir firme?
- Mi hija. Es lo que más quiero, lo más lindo que me ha pasado en la vida. En ningún momento pensé algo malo, porque mucha gente confunde estar con depresión o sentirse muy mal, con querer suicidarse o algo así. Lo que yo quería era ver a mi familia, y lo que me dio miedo de verdad fue seguir empeorando y ya no tener conocimiento de lo que me pasaba. Cuando ya me empezaron a llamar a las autoridades, de que podía haber una posibilidad de que puedan ayudarme, me empecé a tranquilizar.

- ¿Es el momento más duro que le ha tocado vivir?
- Sí. Llega un momento en que tu cabeza te domina, por más que le metas ganas.

- ¿Siente que falta apoyo psicológico para los futbolistas?
- Yo creo que en la vida cotidiana. Como que está mal visto ir a psicólogos o psiquiatras, y a veces la gente no se da cuenta de que es algo necesario. No por ir vas a ser una persona mala o un malo de la cabeza. Solo necesitas ayudas en ciertos momentos. Para algo estudian esas personas: para ayudar a la gente. Al jugador del fútbol se le trata como que tiene trabajo, plata, hace lo que gusta, y por eso siempre tenemos que estar bien de la cabeza. Y no es así. En este tiempo me di cuenta de que no hay plata, trabajo... no hay nada más importante que la salud y la felicidad. En estos momentos solo deseaba estar con mi familia, y no me importaba el trabajo. No va por lo material. Incluso leí comentarios que decían que 'cómo vas a estar con depresión o triste si eres futbolista, tienes auto, te pagan buena plata'.

- Me imagino que esos comentarios los deja de lado...
- Sí, obviamente. Me quedo con los buenos. Los malos los acepto, porque la gente puede opinar lo que quiera. A mí no me afecta. Sí me da cosa saber que esas personas podrían estar en mi situación, y ahí se darían cuenta de que no es así. Leí comentarios de que 'hay muy poco tiempo para sentirse mal' o como que yo me aprovechaba de la situación. Desde lo más profundo del corazón, escribí lo que sentía. Estoy tranquilo por eso, y sumamente agradecido de la gente que sí me entendió y se dio un tiempo de su día para escribirme o dar retweet, un me gusta o un comentario que ayudó.

- ¿Cómo fue el apoyo de Iberia en esta etapa?
- En todo momento hubo disposición. Fue muy buena. El cuerpo técnico, sin palabras, excelente. Es más, me decían que, en la decisión que tome, me iban a apoyar. También, que si no tenía ganas de entrenar, que no lo haga. La dirigencia también. Al Sifup también le agradezco. Se pusieron la mano en el corazón.

- ¿Ahora cómo es el día a día con su familia?
- Hermoso. Lo más lindo es despertar y estar con tu familia; ir a entrenar y que te estén esperando para las cosas comunes del día a día: comer, tomar mate, conversar. Es lo que más me importa en la vida. Tener salud, trabajo y felicidad. No necesito más nada que eso. Estoy volviendo muy bien a la felicidad y recuperando lo físico y mental, que obviamente afecta técnica y tácticamente en la cancha. No me he sentido muy bien en los primeros partidos que jugué, pero sé que se va a revertir y voy a estar muy bien.

La familia de Leandro Reymúndez.
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La familia de Leandro Reymúndez.