En conversación con AS, Cereceda explicó su visión sobre el aplaudido gesto: "Quería ponerme en el lugar de él. Mi reacción fue ir y decirle que no pasaba nada, que levantara el ánimo. Quería demostrarle con un gesto que entendía lo que él estaba sintiendo". El jugador también se acercó a Damián Pizarro, delantero albo de 16 años.
"Era especial jugar con ellos, porque eran unos niños. Era todo muy raro y extraño. Y al ver el entusiasmo y las ganas que le ponían, me sentí orgulloso de enfrentarlos. Tenían valentía y jerarquía", complementó Cereceda.