Esa madrugada, la Roja atacó como nunca. Fue el partido donde tuvo más ocasiones claras. Era para goleada. El equipo no le prestaba la pelota a los africanos. Y perdió.
PorCristian Arcos
Esa madrugada, la Roja atacó como nunca. Fue el partido donde tuvo más ocasiones claras. Era para goleada. El equipo no le prestaba la pelota a los africanos. Y perdió.