Las claves de la U para sobrevivir sin un nuevo defensa
Es improbable la llegada de un zaguero, por lo que los azules deberían orientar su tarea a incorporar tres conductas tácticas clave en la custodia de su portería.
No es un asunto futbolístico de ahora, sino que se arrastra desde el torneo pasado. La labor defensiva de Universidad de Chile no ha estado a la altura de los requerimiento de un club grande y las críticas se han individualizado en Christian Vilches y Gonzalo Jara, los zagueros centrales titulares.
Llamativamente, los cuestionamientos no golpean a los laterales estelares, Matías Rodríguez y Jean Beausejour, como tampoco al volante central Lorenzo Reyes. Curioso, porque el trabajo defensivo también les atañe, en el entendido de que la custodia de la portería es una labor en bloque y supeditarla a solo dos hombres en la última línea no calza con la realidad.
Es muy probable que la U no incorpore un nuevo defensa central. Da toda la impresión de que la etapa de fichajes se encuentre finalizada, aunque algunas voces azules balbuceen en el sentido contrario. Con tal escenario, ¿cómo se las pueden arreglar los universitarios para corregir el rumbo en la faena defensiva?
Agilizar los retrocesos
Con el balón en su poder, el equipo dirigido por Ángel Guillermo Hoyos se despliega en la cancha para garantizar la circulación de la pelota. Frente a una pérdida, los retrocesos hacia la zona de seguridad no son con la velocidad requerida, dejando a Vilches y Jara, en muchas ocasiones, enfrentando a varios atacantes y con grandes chances de fracasar en el propósito de proteger la portería de Johnny Herrera.
Tal situación exige que los laterales y el trío de volantes actúen con mayor celeridad para recomponer las líneas, sino detrás del balón, idealmente los más cerca posible de la pelota. Entonces, los centrales podrían realizar una labor de retardación (demorar el ataque rival) para recomponer el bloque defensivo y así impedir las zozobras en el área azul.
Sumar un cuarto volante
La U aparenta ser un equipo diseñado para poseer la pelota y atacar, mediante acciones elaboradas sin precipitación, en forma constante. De un tiempo a esta parte, lo dicho no se aprecia en el campo de juego. Se vislumbra solo como una intención, quedando muy vulnerable para las acciones ofensivas oponentes.
Entonces, la oncena parece clamar la inclusión de un cuarto volante en la mitad de la cancha. Esto mantendría el despliegue ofensivo de los laterales (cosa que sí ocurre actualmente) y el respaldo a los zagueros centrales de un nuevo hombre para mantener el equilibrio. Vilches y Jara no contarían solo con Reyes, habría un cuarto elemento para no ser sorprendidos tan desprotegidos.
Desarrollar presión tras pérdida
Cuando la U sufre la pérdida del balón, la reconversión defensiva en la zona de juego es tibia. No se aprecia una intención por recuperar la pelota inmediatamente, aprovechando la circunstancial superioridad numérica y/o posicional. En oportunidades, esto suele resultar fatal: el adversario encuentra vía libre hacia el arco azul y llega con profundidad y gran peligro (así fue el primer tiempo en la caída ante Unión Española).
Para evitar estas peligrosas progresiones, resulta fundamental que los hombres cercanos al balón intenten recuperar la pelota o por lo menos frenar el accionar oponente para facilitar la recomposición adecuada del todo el bloque defensivo. Que el inicio de la tarea de recuperación comience varios metros más adelante y no en las cercanía de la presencia de Herrera en el arco azul.