Opinión

El equipo de Sampaoli, más allá de las consignas de la intensidad, la posesión y la rebeldía, se ha transformado en previsible.

Esta fecha FIFA debe ser clave para que Sampaoli tenga claro en su cabeza el 85 por ciento del equipo. La Copa América está a la vuelta de la esquina.

Chile no tiene un artillero. Eso es más preocupante, creo yo, que perder ante Brasil un amistoso.

Nunca antes un tenista hispanoparlante había sido No. 1 del mundo. Y tampoco lo habían logrado un francés, un inglés, un italiano o un ruso.

Estos partidos sirven para buscar soluciones cuando el rival se defiende con el bus frente al arco, lo que nos puede pasar en primera fase de la Copa América.

El mérito de Azkargorta es enorme, porque logró algo que muchos no pudieron o que otros darían la vida por conseguirlo: la inmortalidad en el fútbol chileno.

A los 34 años, Miguel Jiménez jugó el mejor partido de su vida. Antes de eso, le tocó muchísimas veces bailar con la fea.

Al hincha chileno, que es en su origen y desarrollo exitista, no le gusta el tenis. Para ser muy precisos, le gusta ver a los tenistas chilenos ganar.

El famoso 10 clásico ya no es tan popular. Quedan pocos en el fútbol mundial, que se ha preocupado de privilegiar la fortaleza física por sobre el talento innato.

Una vez el público se metió a la cancha a matarnos en Quito y como equipo nos pusimos todos espalda con espalda a repartir a quien le llegara.

Pablo Guede, el mismo que habla de procesos y que coloca carteles motivacionales en el camarín, también toma riesgos y apuesta duro.

Detenerse en rendimientos individuales bajos sería dar casi con la oncena completa. Rescatar a alguno cuesta.

Estaba nervioso porque traían a un par de delanteros famosísimos: Chislenko y Banishevski. Con el correr del partido sentí que los rivales no eran mejores que yo.